SALIR CON LA MISA A CUESTAS

RECORDANDO UN FLASH MARIANO

¿PELIGRA EL CULTO A LA VIRGENCITA?

LITURGIA DEL DÍA

Lecturas diarias

miércoles, 31 de octubre de 2012

PADRE...¡ME TRAGUÉ UNA ESCOBA!


FLASH LITÚRGICO QUINCENALPADRE… ¡ME TRAGUÉ UNA ESCOBA!

No mijo… NO lo escuché en confesión sino que siguiendo las pautas del apreciado director del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, el P. Jaume González Padros (JGP) y con lápiz y tijeras en mano ante su nota en la Revista Liturgia y Espiritualidad,  presento este flash a manera de reflexión para los cristianos celebrantes que antes de salir de casa, se tragan el palo de la escoba, para estar en misa más tiesos que tal  escoba.

A esos tales, les invitamos a que dejen más suelto su cuerpo y verán cómo, sin darse ni cuenta, empezarán a alabar a Dios, a orar, y harán experiencia más completa de la celebración litúrgica. No piensen que hacemos defensa del "muévase pues" en las celebraciones, solamente,  ni más ni menos, queremos comunicar lo que los libros litúrgicos de nuestra Sacra Liturgia romana nos enseñan.

Porque en misa, como en los otros actos litúrgicos, también el cuerpo ora: levantarse, sentarse, arrodillarse, caminar, inclinarse profundamente, inclinar la cabeza, levantar la mirada, alzar los brazos, imponer las manos, entre otros gestos, tienen su importancia. Sin toda esta liturgia del gesto, la ritualidad desaparece, y se desactiva su valiosa espiritualidad hacia el individuo y la comunidad.

Nos dice la  Institutio Generalis del misal (2002) en el numeral 42: “El gesto y la postura corporal, tanto del sacerdote, del diácono y de los ministros, como del pueblo, deben contribuir a que toda la celebración resplandezca por su decoro y noble sencillez, de manera que pueda percibirse el verdadero y pleno significado de sus diversas partes y se favorezca la participación de todos”. O sea que, sin la implicación del cuerpo, la acción litúrgica se presenta, ante los participantes, como disminuida, y no resplandece su verdadero y pleno significado.

Por otra parte, si estamos pendientes de inclinar la cabeza cuando aparecen citadas juntas las tres personas divinas, los nombres de Jesús, María, o del santo en su fiesta (IGMR 275), si los ministros inclinamos el cuerpo en los demás momentos señalados, si nos arrodillamos en la consagración, o hacemos una profunda y adorante inclinación en el caso que no podamos arrodillarnos (43), si dejamos, pues, que ore nuestro cuerpo, estaremos en una tensión bellísima durante la celebración, donde cada gesto, cada palabra, serán preciosos, como lo son los de aquellos que se aman.

Si dejamos que ore también nuestro cuerpo, el demonio de la rutina lo tendrá más difícil para despistarnos y llevarnos,  in mente et in corde, lejos del santuario (léase para nosotros “lejos del seminario”) la situación será evidentemente muy distinta a ir a misa con la escoba adentro.

Conviene, pues, a todos, clérigos y laicos, dar un repasito a los números 42-44 y 273-277 de la  Institutio del misal. ¡Como mínimo!.  Leer estos textos y poner por obra lo que dicen hará posible y real la invitación del sacerdote al entrar en la gran plegaria: “levantemos el corazón” (“sursum corda”). Entonces sí que la oración será oración. O, ¿es que aún no te lo crees?                                                         
      
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lunes, 22 de octubre de 2012

''LA LITURGIA ES DE DIOS Y NO DE LOS HOMBRES''


''LA LITURGIA ES DE DIOS Y NO DE LOS HOMBRES''




Afirmó el subsecretario de la Congregación para el Culto Divino, monseñor Juan Miguel Ferrer

LA PLATA, lunes 22 octubre 2012 (ZENIT.org).- El subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, monseñor Juan Miguel Ferrer Grenesche, de visita en el Seminario Mayor San José de La Plata, Argentina, con el marco de los noventa años de su creación, hizo un encendido llamado a cuidar la Liturgia, “que es de Dios, y no de los hombres”. Una “liturgia manufacturada no vale para nada, porque es cosa nuestra. Podrá ser muy bonita y divertida pero no es de Dios. Y ‘sin mí, no podéis hacer nada’, nos recuerda el Señor”.
Monseñor Ferrer --informa a ZENIT el Seminario Mayor de San José de La Plata en crónica enviada este 17 de octubre- llegó al Seminario acompañado por religiosas del Instituto Mater Dei, fundado en San Luis, por la madre María Jesús Becerra, con el apoyo del entonces obispo diocesano Juan Rodolfo Laise. Y fue recibido por el rector, padre Gabriel Delgado, los superiores de la casa; personal directivo y docentes, y por el casi centenar de seminaristas de todo el país, que allí se forman. Con posterioridad a su exposición, presidió la Santa Misa; y luego compartió el almuerzo fraterno, al que se sumó el obispo auxiliar de La Plata Nicolás Baísi, a cargo temporalmente de la Archidiócesis, por la participación de monseñor Héctor Aguer, en el sínodo sobre la Nueva Evangelización, que tiene lugar en Roma (ver: http://www.zenit.org/article-43300?l=spanish.
La formación litúrgica en el Seminario
El funcionario vaticano, quien fuera otro tiempo rector del Seminario Mayor de Toledo, en España, alentó a los formadores y seminaristas a vivir apasionadamente la formación litúrgica en el seminario, “que es la tarea más hermosa. Pues aquí, en gran medida, se juega el futuro de la Iglesia. Recuerden siempre lo que les pide el papa, queridos seminaristas: lo más importante es la relación personal con Dios, en Jesucristo. ¡Hacen falta mártires; testigos auténticos del amor de Dios!”.
Añadió, al respecto, que “hoy tenemos retos semejantes en distintos países del mundo. La globalización trajo legislaciones que se difunden en las diferentes naciones; y que atentan contra los fundamentos mismos de la civilización. Apuntan a la secularización y laicización de la sociedad. Y hay grupos bien interesados en destruir lo que se oponga a ello. Por ello, ven a la Iglesia como un peligro para su plan de dominación. Porque no busca acuerdos, a medio camino, entre la verdad y la mentira”.
Exhortó, entonces, “a no convertirnos en llorones; y a no quedarnos al borde del camino para lamentarnos. Debemos retomar intensamente nuestra identidad, y la conversión interior; la vocación a la santidad y a la misión. Allí apunta la Nueva Evangelización”.
Aclaró, en este sentido, que “como bien nos lo enseña el Santo Padre, tenemos tres vías de evangelización: la ordinaria, en nuestras comunidades, con los fieles que están en la Iglesia; la misionera, allí donde no se conoce a Cristo, y la Nueva Evangelización, para todos aquellos que se alejaron o no viven, con intensidad, su práctica cristiana”.
Remarcó, igualmente, que “durante toda su vida como teólogo, con anterioridad a su elección como Sumo Pontífice, el Papa nos enseñó la centralidad de Dios en la liturgia. Y hoy nos insiste con su ejemplo de liturgo, en la actitud ante la liturgia. Es, principalmente, su modo de celebrar el que demuestra la centralidad de la liturgia en la vida de la Iglesia”.
Por ello, enfatizó, “celebrar los sagrados misterios es lo más importante en la vida de cualquier sacerdote, obispo y el propio Papa. Y, además, la forma en que el Santo Padre celebra se constituye en el modelo perfecto para toda la Iglesia”
La liturgia no es teatro ni adorno”
En esa línea argumental aclaró que “en la liturgia el protagonismo no está en el sacerdote, aunque sea el papa. El centro no es el papa; el centro es Dios. No se va ‘a ver al papa’, sino al encuentro con el Señor, junto al papa”
Ejemplificó, en consecuencia, que “la liturgia no es ni teatro ni un adorno a la acción pastoral. Es escuela de vida cristiana; es la cristificación de nuestra vida; es volvernos hacia Dios. Por eso es responsabilidad de los pastores del pueblo de Dios, como parte de su oficio de amor, cuidar de ella. Y eso comienza aquí, en el seminario”.
Tras recordar varios documentos del Magisterio de la Iglesia, como la constitución Sacrosanctum Concilium, del Vaticano II; La formación litúrgica en el Seminario, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y La formación espiritual en los Seminarios, de la Congregación para la Educación Católica, enfatizó que “la liturgia es escuela de fe y de vida cristiana, y debe impregnar toda la vida del seminario. En ella convergen el Magisterio, la Biblia y los Sacramentos. Por eso, ya desde el seminario, hay que vivir lo que la Iglesia nos pide el día de nuestra ordenación: 'Imita lo que tratas. Y configura tu vida con el misterio de la Cruz del Señor'”.
Mutuo enriquecimiento de formas del rito romano
Como conclusión, monseñor Ferrer exhortó a los seminaristas a fijarse en el modo en que celebraban la liturgia santos como san Juan, san Gregorio Magno, san Martín de Tours, san Felipe Neri, el Santo Cura de Ars (san Juan María Vianney), san Pío de Pietrelcina y san Josemaría Escrivá de Balaguer. “Todos ellos, y tantos otros, --subrayó- son muy buenos modelos a imitar”.
Al final, varios seminaristas le hicieron diferentes preguntas. Y, ante una consulta, destacó que “debe evitarse la improvisación. Frente a una duda, consultar siempre con el que más sabe. Y, obviamente, con el obispo”.
Igualmente se le preguntó sobre expresiones de uno de los ceremonieros del santo padre, monseñor Guido Marini. Y sostuvo que “es probable que vayan llegando normas sobre un mutuo enriquecimiento entre ambas formas del rito romano, la ordinaria y la extraordinaria”.

lunes, 15 de octubre de 2012

"EL CURA HONRADO... LEE TAMBIÉN LO COLORADO"


FLASH LITÚRGICO QUINCENAL.

“EL CURA HONRADO… LEE TAMBIÉN LO COLORADO”.




Por este tiempo de los anhelados “exámenes de misa” como le llaman los alumnos del último grado seminarístico, o de arduo estudio de los diversos rituales para los alumnos de tercer año del teologado; es bueno repetir el título para toda la comunidad. ¡Cuántos colorados en esos textos!, esperemos que no estén en las calificaciones de los exámenes finales.

Nos referimos pues a “las rúbricas”, o recomendaciones que los libros litúrgicos ponen en letra roja, en contraposición a lo que está en letra negra, que son los textos a proclamar. (Las hemos llamado en clase coloquialmente “négridas”).

No tratamos en este flash de fomentar un nuevo “rubricismo”, con un cuidado angustioso para respetar hasta los mínimos detalles de esta letra roja. Pero sí de aceptar lo que en ellas hay de invitación a una actitud exterior e interior, a un talante celebrativo que toca sobre todo al que preside la celebración.

Así, cuando el Misal, en letra roja, le dice al sacerdote que en la aspersión dominical, al inicio de la Misa, primero “se rocía a sí mismo”, le está diciendo que él es el primero que debe recordar que es bautizado y a la vez necesitado de purificación. Luego ya hará el gesto para con los demás

Esta “letra colorada le señala al sacerdote con qué voz –clara y alta- debe decir las oraciones presidenciales, porque las dice en nombre de toda la comunidad. También que otras las debe decir “en secreto” (no dice que en voz baja, tan difícil ahora con potentes micrófonos) porque las dice en nombre sólo personal.

Nos recuerda además el P. José Aldazábal que tan inconveniente sería una esclavitud escrupulosa a la letra roja como su descuido. Porque no está pensada para frenar y poner cortapisas al celebrante, sino al contrario: para irle indicando cuáles son las actitudes que mejor le ayudarán a él –y a los demás- a celebrar mejor.   

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miércoles, 3 de octubre de 2012

LITURGIA EN LA MISIÓN: ¿PEREZA O IMPRUDENCIA?


FLASH LITÚRGICO QUINCENAL 

LITURGIA EN LA MISIÓN:
¿PEREZA O IMPRUDENCIA? 



Este flash tiene más de desahogo existencial que de doctrina litúrgica en este mes de las misiones y está motivado por la experiencia de algún grupo misionero de nuestra institución (SNCS) que experimentó muy de cerca el estrecho y peligroso camino de los abusos litúrgicos cuando alguien quiso ejercer la presidencia en aquella comunidad.  El título es para entenderlo en lo práctico.

Así pues, en la única encíclica sobre la Sacra Liturgia (Mediator Dei en 1947) el Papa Pío XII describió dos clases de personas ante la celebración: los que no quieren cambiar nada en la liturgia…por pereza, y los que lo quieren cambiar todo… por imprudencia.

Generalmente cuando estamos fuera del ambiente seminarístico, dígase en experiencia misionera o simplemente de paisanos en nuestros pueblos, constatamos que siguen existiendo los dos grupos. Algunos es que ni se han dado cuenta de que los libros litúrgicos, cuya finalidad es el bien pastoral de la comunidad que se preside, invitan a un sano pluralismo, a una adaptación sabia, a un margen de creatividad. Otros no han sabido ver las líneas teológicas y pastorales de los nuevos libros posconciliares, y se saltan alegremente sus normas, inventan la liturgia como Julio Verne sus aventuras, en aras dizque de una pedagogía, ¡muy mal entendida por cierto!.

Los segundos, esos maestros de la imprudencia, es verdad, parecen más escandalosos, sobre todo cuando tocan valores centrales como la Palabra de Dios o la estructura incluso teológica de la celebración de la fe del pueblo de Dios; algunos se creen compositores del siglo V cuando el Espíritu mismo iluminó cómo elaborar la prex eucarística. Estos tales rechazan la sublime escultura literaria con la que la Iglesia ha orado por veinte siglos y la remplazan por sus palabras improvisadas y baladíes.

Pero igual daño hacen los primeros, por su poca creatividad; aquellos que sólo se aprendieron la tabla del dos en las fórmulas litúrgicas que se pueden ir variando para la comunidad, esto es: la misma plegaria, la misma respuesta, el mismo canto y la misma cantaleta… más cuadriculados que el cuaderno de matemáticas de mi estudio primario. 

Será bueno recordar las palabras de Pío XII a los dos: “No crean, sin embargo, los inertes y tibios que cuentan con nuestro asenso porque reprendemos a los que yerran y ponemos freno a los audaces; ni los imprudentes se tengan por alabados cuando corregimos a los negligentes y a los perezosos



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