SALIR CON LA MISA A CUESTAS

RECORDANDO UN FLASH MARIANO

¿PELIGRA EL CULTO A LA VIRGENCITA?

LITURGIA DEL DÍA

Lecturas diarias

jueves, 20 de junio de 2013

SAN JOSÉ... JUSTICIA A UN NOMBRE Y A UN HOMBRE.

Nombre de  "San José" en Plegarias Eucarísticas II, III y IV y en Misal Romano.

Para quien escribe en este blog, esta noticia es de gran novedad ya que dediqué mi tesina de grado en la licenciatura al SAN JOSÉ. Me he alegrado mucho con esta NOVEDAD en la liturgia y ahora la quiero compartir con mis apreciadísimos lectores. Que me acompañen pues a disfrutar esta grata noticia. 

En virtud de las facultades concedidas por el sumo Pontífice Francisco, con un Decreto, fechado el 1 de mayo de 2013, memoria de San José Obrero, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, decreta que el «nombre de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María, se añada de ahora en adelante en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV de la tercera edición típica del Misal Romano, colocándose después del nombre de la Bienaventurada Virgen María».

San José - cabeza de la Familia del Señor – su cuidado paterno a Jesús y a la Madre de Dios; hombre Justo, Patrono celestial de toda la Iglesia... son algunas de las virtudes que destaca este Decreto, haciendo hincapié en la devoción que en todo el mundo se le dedica, confirmada por el Santo Padre Francisco, «considerando la plenitud de la comunión de los santos que, habiendo peregrinado un tiempo a nuestro lado, en el mundo, nos conducen a Cristo y nos unen a Él».
El Decreto reza así:
En el paterno cuidado de Jesús, que San José de Nazaret desempeñó, colocado como cabeza de la Familia del Señor, respondió generosamente a la gracia, cumpliendo la misión recibida en la economía de la salvación y, uniéndose plenamente a los comienzos de los misterios de la salvación humana, se ha convertido en modelo ejemplar de la entrega humilde llevada a la perfección en la vida cristiana, y testimonio de las virtudes corrientes, sencillas y humanas, necesarias para que los hombres sean honestos y verdaderos seguidores de Cristo. Este hombre Justo, que ha cuidado amorosamente de la Madre de Dios y se ha dedicado con alegría a la educación de Jesucristo, se ha convertido en el custodio del tesoro más precioso de Dios Padre, y ha sido constantemente venerado por el pueblo de Dios, a lo largo de los siglos, como protector del cuerpo místico, que es la Iglesia. En la Iglesia católica, los fieles han manifestado siempre una devoción ininterrumpida hacia San José y han honrado de manera constante y solemne la memoria del castísimo Esposo de la Madre de Dios, Patrono celestial de toda la Iglesia, hasta tal punto que el ya Beato Juan XXIII, durante el Sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II, decretó que se añadiera su nombre en el antiquísimo Canon Romano. El Sumo Pontífice Benedicto XVI ha querido acoger y aprobar benévolamente los piadosos deseos que han llegado desde muchos lugares y que ahora, el Sumo Pontífice Francisco ha confirmado, considerando la plenitud de la comunión de los santos que, habiendo peregrinado un tiempo a nuestro lado, en el mundo, nos conducen a Cristo y nos unen a Él.
Por lo tanto, teniendo en cuenta todo esto, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en virtud de las facultades concedidas por el Sumo Pontífice Francisco, gustosamente decreta que el nombre de San José, Esposo de la Bienaventurada Virgen María, se añada de ahora en adelante en las Plegarias Eucarísticas II, III y IV de la tercera edición típica del Misal Romano, colocándose después del nombre de la Bienaventurada Virgen María, como sigue:- en la Plegaria eucarística II: «ut cum beáta Dei Genetríce Vírgine María, beáto Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»; - en la Plegaria eucarística III: «cum beatíssima Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius Sponso, cum beátis Apóstolis»;- en la Plegaria eucarística IV: «cum beáta Vírgine, Dei Genetríce, María, cum beáto Ioseph, eius Sponso, cum Apóstolis».

Por lo que se refiere a los textos redactados en lengua latina, se deben utilizar las fórmulas que ahora se declaran típicas. La misma Congregación se ocupará de proveer, a continuación, la traducción en las lenguas occidentales de mayor difusión; la redacción en otras lenguas deberá ser preparada, conforme a las normas del derecho, por la correspondiente Conferencia de Obispos y confirmada por la Sede Apostólica, a través de este Dicasterio.
No obstante cualquier cosa en contrario.
Dado en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el día 1 de mayo del 2013, memoria de San José Obrero.

(Antonio, Card. Cañizares Llovera)Prefecto       (X Arturo Roche) Arzobispo Secretario

martes, 11 de junio de 2013

FLASH LITÚRGICO: DIEZ REGLAS PARA HACER UNA MALA HOMILÍA EUCARÍSTICA.

FLASH LITURGICO
DIEZ REGLAS PARA HACER UNA MALA HOMILÍA EUCARÍSTICA
(Sirven también para cualquier otro sacramento)

1.  Que sea larga (que pase de 15 minutos)

2.  No la prepare, ni con oración, ni con estudio; no lea con anticipación los textos  litúrgicos y bíblicos de la
     misa.

3.  No se adapte a su comunidad, ni en lógica, ni en lengua­je, ni en vocabulario.

4.  Procure que su equipo de sonido funcione mal, y usted no se olvide de pronunciar lo más confuso que
     pueda.

5. Haga que su homilía aparezca no como parte integran­te de la liturgia, sino como algo extraño,
     introducido. Esto se puede lograr de muchos modos.  Sugerimos uno: Inicie y termine su homilía con la
     señal de la cruz: «En el nombre del Padre...»

6. Hable de todo lo que se le venga a la mente, de lo que sea más fácil o más
    efectista.

7. Que su homilía no se relacione con la Palabra de Dios proclamada antes.

8. Que no aparezca relacionada con el sacramento que se celebra, con el tiempo litúrgico, con la fiesta.

9. Que no ilumine la vida real de sus fieles. Que aparezca desencarnada, etérea, celestial.

10. En vez de homilía haga cualquier otra cosa:
-Clase de teología
-Curso bíblico
-Arenga demagógica
-Promoción económica parroquial
-Avisos de ocasión
-Regaño moralizante
-Fervorín
-Pieza oratoria
-etc., etc., etc.


                                   Espera con anhelo el próximo flash… ¡es una nota!

lunes, 3 de junio de 2013

EL AÑO DE LA FE Y LA LITURGIA

¿Qué tiene que ver el Año de la Fe con la Liturgia? ¡Todo! Lex orandi, lex credendi. Y la forma en que se llevan cabo la mayoría de nuestras celebraciones litúrgicas parece indicar al mundo que nuestra fe en nada se distingue de otras “opciones” disponibles en el “mercado” de las religiones, de las sectas y de la auto-ayuda. Pero si realmente creemos en que el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio a Dios Altísimo para rescatarnos de las tinieblas del pecado, y que este sacrificio es perpetuado en el tiempo de forma incruenta por medio del Santo Sacrificio del Altar, es esto lo que nuestras celebraciones litúrgicas – y en especial la Santa Misa – precisan decir. Pienso que es esto lo que el Santo Padre quiso decir al afirmar que “sin la liturgia y los sacramentos, la profesión de fe no tendría eficacia, pues carecería de la gracia que sostiene el testimonio de los cristianos” (Porta fidei, n. 11). Después de todo, ¿de qué sirve decir “yo creo” si no hay una coherencia de vida, tanto en la vida secular como en la vida espiritual? ¿Cómo decir “yo creo” y rezar como si no se creyese o como si no hiciese la diferencia?

El Santo Padre nos indica el camino. Conocer y asimilar los textos del Concilio Vaticano II. Y aquí entra la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia. El primer documento en ser aprobado por los padres conciliares y ciertamente el primero en ser ignorado en cuanto a su aplicación práctica. Que el Concilio Vaticano II quiso una reforma litúrgica todo el mundo lo sabe: después de todo, es casi uno de los dos únicos puntos del documento que se comentan. Curiosamente, estas personas que se dicen aplicadoras de la reforma litúrgica son las mismas que dicen por ahí que el Concilio abolió el latín, que el Concilio quiso el fin de la celebración orientada (versus Deumad orientem).

No es nada de eso lo que el Concilio quiso decir en lo referente a la Sagrada Liturgia porque no fue para eso que los 2147 padres conciliares dieron su placet cuando aprobaron el documento. El Papa Benedicto, en el mismo discurso citado anteriormente, califica como peligrosa la hermenéutica de la discontinuidad, que “afirma que los textos del Concilio como tales no serían aún la verdadera expresión del espíritu del Concilio”. Siguiendo la clave hermenéutica del Papa, lo que quiso de hecho el Concilio fue, por sólo citar dos ejemplos:

- la conservación del uso del latín en los ritos latinos, dejando más espacio para la lengua vernácula, especialmente en las lecturas y moniciones, en algunas oraciones y cantos (Sacrosanctum Concilium, n. 36);

- la primacía del canto gregoriano en la acción litúrgica, como canto propio de la liturgia romana, si bien no se excluyen otros géneros de música sacra, como la polifonía (Sacrosanctum Concilium, n. 116).

Complementando el Motu proprio que promulgó el Año de la Fe, en el pasado 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la “Nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe”. Algunos puntos que destaco, por estar relacionados directa o indirectamente con la Sagrada Liturgia y la re-sacralización litúrgica que va siendo promovida por el Santo Padre a lo largo de su pontificado: