Clases-estudiantes


NO DEJÉIS DE APRENDER LA SACRA LITURGIA... ELLA NOS ENSEÑA CÓMO AGRADAR A DIOS Y NOS FORTALECE EL EJERCICIO DE LA CARIDAD.  








BIENVENIDOS APRECIADOS LITU-ESTUDIANTES. 
BIENVENIDOS FUTUROS SACERDOTES PARA  2014- 2022.   
(Desde IV de teología hasta los 55 alumnos que esperamos para el grado propedéutico en el Seminario Diocesano)









FELICES VACACIONES.
NAVIDAD MUY FRUCTÍFERA.
AÑO NUEVO 2013 LLENO DE BENDICIONES.

ESTOS SON LOS DESEOS PARA TODOS LOS LITU-ESTUDIANTES.


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TEST PARA EXAMEN FINAL DE LITURGIA SACRAMENTAL II. CICLO PUMO
I.                   LEXILIT. (Ap. personales)
II.                II. FLASH LITÚRGICOS.
Presentamos los títulos, su contenido total está en el blog www.liturgiar.blogspot.com.
1.      DEJAR AL SACERDOTE CON LA PALABRA EN LA BOCA.
2.      ¿CUÁLES SON LAS FUNCIONES LITÚRGICAS DE UN DIÁCONO?
3.      ¿PUEDEN LOS LAICOS PRESIDIR ALGUNA BENDICIÓN?
4.      ¿TENEMOS EN LAS CELEBRACIONES UN COMITÉ PRESIDENCIAL?
5.      LITURGIA EN LA MISIÓN;¿PEREZA O IMPRUDENCIA?  
6.      “EL CURA HONRADO… LEE TAMBIÉN LO COLORADO”. 
7.      PADRE… ¡ME TRAGUÉ UNA ESCOBA!

III.             SACRAMENTO DE LA PENITENCIA.

  1. Los nombres con que se conoce el sacramento de la reconciliación? Explique c/u. (CEC 1423…)
-          Sacramento de la penitencia.
-          Sacramento de la conversión
-          Sacramento de la reconciliación.
-          Sacramento del perdón.
-          Sacramento de confesión.

  1. Enumere y explique brevemente los actos del penitente.
-          Contrición perfecta: es un dolor del alma y un detestar el pecado cometido con propósito de no pecar en adelante.
-          Confesión de boca: es la acusación integrada, o sea perfecta, de todos los pecados mortales y de las circunstancias, las cuales pueden cambiar la especie del pecado.
-          Satisfacción de obra: tiene una doble finalidad: -aceptación de una pena debida por el pecado cuya culpa ha sido remitida con la absolución. –es un medio para ser más cautos y vigilantes a los pecadores en el futuro mientras contribuye a curar los malos hábitos inducidos en el alma con el pecado.

3.      Mencione las causas de la crisis en la Penitencia que llevó al Concilio a reformar su celebración.
·         Cierta conciencia de inutilidad del sacramento. La “ repetidera” sin salir de los pecados
·         Falta de una expresión eclesial: en la liturgia no se tenían conceptos claros.
·         Reducción de la confesión a una larga lista de pecados, sin detectar cuáles son los primordiales.
·         Concentración más en el pecado que en la misericordia de Dios.
·         La pobreza del Rito confesión-absolución. Signos poco expresivos y significativos.
  1. Formas cotidianas del perdón en la vida cristiana.


·         Ayuno.
·         Oración.
·         Limosna.
·         La atención a los pobres.
·         El ejercicio y la defensa de la justicia y el derecho.
·         La eucaristía.
·         La penitencia.
·         La lectura de la Sagrada Escritura.
·         La oración de la Liturgia de las Horas.
·         La oración del Padre Nuestro.



  1. Fórmula “PRECISA” de la absolución:
«Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el  ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y YO TE ABSUELVO EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. Amén»
  1. ¿Cuáles son las formas actuales del sacramento de la penitencia?  Resalte cuál es la usual.
-          Rito de reconciliación de penitentes individual. (Forma usual).
-          Rito de reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución individual.
-          Rito de reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general.

  1.  Explique suscintamente los cuatro elementos de la celebración: (ver Praenotanda N. 6)
1.      Contrición.
2.      Confesión.
3.      Satisfacción.
4.      Absolución.  

8.      Mencione las siete características del sacramento de la penitencia.
a)      La reconciliación ES  proceso y celebración.
b)      La celebración ES comunitaria (aunque sea con un solo penitente).
c)      La confesión  TIENE una actitud religiosa fundamental. ES celebración litúrgica. .
d)     La confesión ES bendición: se bendice a Dios y nos sentimos bendecidos con su revelación.
e)      La confesión ES conversión: No quedarnos anclados en el pasado. El pecado se convierte en Felix culpa.
f)       La conf. HA DE SER íntegra e inteligente (con discernimiento) Hecha en total transparencia.
g)      La Conf. ES doblemente exigente: si del penitente se espera apertura, del Confesor se espera Juicio espiritual de alguien que actúa in persona Christi. .
h)      La armonía del lugar: “el encuentro con el Padre se celebra en su Casa y no en la marranera”

  1. Desarrollo histórico de la penitencia.
a)      Del siglo II al IV: Penitencia canónica.
-          En este periodo se hace más claro tanto la insistencia como la forma y la organización de la penitencia sacramental que se suele llamar de varias maneras: penitencia, segunda penitencia, penitencia post-bautismal, penitencia canónica y penitencia eclesiástica.
-          La existencia: en el cristianismo apostólico era una realidad que progresaba pacíficamente. No se puede negar la existencia del pecado.
-          La forma: se articulaba en tres momentos: a) criterios (confesión del pecado), b) Obras (obras penitenciales), c) reconciliación y paz.
-          Organización: la penitencia se requiere siempre y solo para culpas graves, públicas u ocultas. Aunque la Iglesia nunca aceptó la distinción entre pecados perdonables e imperdonables, siempre conoció la distinción entre culpas graves y pecados cotidianos. Conoce también una penitencia ordinaria, cotidiana, que consiste en hacer  todo tipo de obras buenas y penitencia extraordinaria para culpas graves.
-          La penitencia canónica solo se puede hacer una vez en la vida.
b)      La penitencia Tarifada de los siglos VII al XI.
-          La entrada en vigor: en el siglo VI aparecen síntomas de un cambio penitencial, ya no se acepta una única penitencia en vida, piden la reconciliación cada vez que lo deseen con el Pbro.
-          El Sínodo de Chalon-Sur-Saóne Francia 1644: los obispos están de acuerdo de que a los penitentes se les dé la penitencia cada vez que hagan la confesión.
-          Libros penitenciales: fue la señal más evidente del desarrollo de la forma privada de la penitencia (S. VII y VIII). Libros venidos desde Irlanda e Inglaterra.
-          Conmutación  o rescates: buscaba evitar acumulaciones penitenciales que luego fueron imposibles de practicar, por ello inventaron las conmutaciones o rescate de la penitencia.

c)      Del siglo XIII a la época post-tridentina: La penitencia de confesión.
A este se le agregaba un sentido adicional que era la humillación-vergüenza que había que soportar, por ello lo importante en esta época fue el desarrollo de la pastoral de la Iglesia que impulsa cada vez más a la confesión frecuente; esto hace que se convierta en un factor real en la vida personal y en la vida de la Iglesia a diferencia de la penitencia antigua.
d)     Reforma del sacramento en el Concilio Vaticano II: la Penitencia de Reconciliación.
Ya se notaba una actitud cada vez más crítica con respecto al sacramento de la penitencia disminución den la frecuencia de la confesión en diferentes estratos. Por ello el C. V. II estableció para el sacramento de la penitencia el proceder a su reforma tanto en el plano del signo como en el del contenido-significado del sacramento: “que se revise el reto y loas fórmulas de la penitencia, de modo que se explique claramente la naturaleza y el efecto del sacramento” (SC 72). Esta forma queda establecida en el ritual (Pablo VI. Ordo pænitentiæ, 02 de dic. 1973).

  1. Esquema de las cada una de los ritos del sacramento

FORMAS DE CELEBRAR EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN
Un solo penitente
Reconciliación de varios penitentes con absolución individual
Reconciliación de varios penitentes con confesión y absolución general
Acogida del penitente
Rito de entrada
Rito de entrada
Liturgia de la palabra
Liturgia de la Palabra
Liturgia de la Palabra
Confesión de los pecados y aceptación de la satisfacción
·         Confesión general de los pecados: acto de contrición (todos)
ó
·         Confesión personal de los pecados ( o pecador)

Liturgia del sacramento:
Confesión general de los pecados: acto de contrición (todos)
Ó Confesión personal de los pecados ( o pecador)
Oración del penitente
Padre nuestro.
Oración litánica
Absolución
Confesión individual con absolución individual.
Padre nuestro

Rito de conclusión
Oración de acción de Gracias.
Absolución general


Rito de conclusión
Oración acción de Gracias


Rito de conclusión

IV.             SACRAMENTO DE LA UNCIÓN
  1. Materia, ministro, fórmula, forma y tiempo del sacramento de la unción?
·         Materia: Aceite de oliva o, por necesidad, otro aceite sacado de las plantas (que sea vegetal)
·         Ministro: Sólo el sacerdote es el ministro propio de la Unción de enfermos. Los Obispos, Párrocos y vicarios parroquiales, capellanes, superiores de comunidades clericales, ejercen ordinariamente el oficio de este ministerio.  
·         Formula: “Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la Gracia del Espíritu Santo. (Amén) Para que libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. (Amén).
·         Forma: Se confiere ungiendo al enfermo en la frente y en las manos. Conviene distribuir la fórmula: primera parte para la unción en la frente y la segunda para ungir las manos.
·         Tiempo: El tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez (SC 73)

  1. ¿Cuál es el fundamento bíblico del sacramento de la unción?
Santiago 5,14-15 “¿Está enfermo alguno entre ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él  y le unjan con el oleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometidos pecados le serán perdonados”.

  1. ¿Cuáles son los 4 periodos históricos que se distinguen en la Iglesia latina para la unción de los enfermos?
·         Desde la época apostólica y sub-apostólica hasta finales del siglo VIII
·         Desde el siglo VIII ( E. Carolingia) hasta Trento
·         Desde Trento hasta las exigencias de renovación del C.V.II.
·         Periodo actual C.V.II. y el post- concilio.

  1. ¿Cuál es el orden de los sacramentos en el RITO CONTINUO para administrar a un moribundo?
·         A. PENITENCIA
·         B. LA UNCIÓN.
·         C. LA EUCARISTÍA EN FORMA DE VIÁTICO.
·         Pero… si urge el peligro de muerte, désele la absolución y luego el Viático. Si hay tiempo se le administrará la santa Unción.  (Praen N. 30)

  1. La Constitución Apostólica “Sacram Unctionis infirmorum” con la que Pablo VI promulga el Nuevo Ritual de la Unción y de la pastoral de enfermos, ¿qué novedades presenta?.
·         Una nueva fórmula más bíblica y  que expresa mejor los efectos del sacramento.
·         Se cambia el número de las unciones: se reduce a dos.
·         Presenta la posibilidad de usar otro tipo de aceite que no sea el de Oliva.
·         Se abre el panorama al acompañamiento a la familia del enfermo (más pastoral)
·          
  1. Sobre la Comunión a los enfermos… ¿cuales son los 5 criterios fundamentales del nuevo ritual?
·         Presentarlo como último sacramento de la vida cristiana: a manera de viático.
·         Su obligatoriedad.
·         Renovación de la fe bautismal
·         La comunión podrá ser dada bajo las dos especies
·         A falta de sacerdotes y diáconos; los acólitos y los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión están autorizados a ejercer este ministerio.
·         Ojo! Hemos de recordar que: “el viático es el sacramento propio de los moribundos y la Unción es el sacramento para los enfermos”.

  1. Diga cuales son los pasos para administrar el viático fuera de la misa.
·         Ritos iniciales.
·         Acto penitencial.
·         Liturgia de la Palabra.
·         Comunión.
·         Ritos conclusivos.

  1. Las diversas situaciones que nos presenta el nuevo ritual. (sus capítulos)
I.       Visita y comunión de los enfermos.
II.    Unción del enfermo.
III. El viático.
IV. Orden ha seguir o Rito continuo (PUV ó Unción sin viático)
V.    La confirmación en peligro de muerte.
VI. La entrega del moribundo a Dios (Encomendatio Animae)
VII-          IX. Formularios de misas / Oraciones / Leccionario.
  1. ¿Por qué la unción se da en las manos y en la frente?
·         Manos: simboliza el hacer, el obrar.
·         Frente: simboliza el ser, el carácter ontológico.

  1. ¿Dentro de la teología litúrgica del sacramento de la unción, en que radica su dimensión eclesial?
Radica en la muerte redentora de Cristo, que se hace presente en el mundo mediante la Iglesia; ya que sitúa al enfermo en la iglesia en cuanto ésta es expresión terrena de la redención de Cristo. Esta dimensión eclesial esta expresada sobre todo por el carácter comunitario de la celebración.

V.                SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

1.      Enuncie algunos elementos a tener en cuenta para la preparación del matrimonio.

·         Evangelizar a la luz de la fe el amor mutuo de los novios, teniendo en cuenta el modo de pensar del pueblo acerca del matrimonio y la familia.
·         Presentar los elementos requeridos para una celebración valida y licita.
·         Promover  entre los novios una fe viva y fecunda, con miras a la constitución de una familia cristiana.
·         Explicar los fines y propiedades del matrimonio y preparar el rito del matrimonio ( su ritus servandus).
·         Instruir sobre espiritualidad matrimonial y además, sobre economía familiar.

2. ¿Cuándo empieza a ser el matrimonio “res Ecclesiástica” y porque?
Con Pipino y Carlomagno, siglo VIII Y IX; empiezan a aparecer leyes relativas al matrimonio eclesiástico, debido a una doble preocupación: moral y legal.  El matrimonio como acto publico, requiere testigos que garanticen dicho acto, leyes contra el concubinato y un examen previo al sacramento sobre la libertad, que redundará en los actuales expedientes matrimoniales.
Si el matrimonio es res (cosa) terrena, pero si se celebra entre dos bautizados, se convierte en res ecclesiástica; esto se cumple dando la bendición en la fachada de la Iglesia.  En el siglo XIV-XVI, se da una progresiva juridización y clerización, que desembocará en el Concilio de Trento.  

3. Conozcamos la estructura general del Ritual.
*los primeros cuatro capítulos corresponden con las distintas formas de celebración del matrimonio, según las diversas situaciones:
Capítulo I. Celebración del matrimonio dentro de la misa.
Capítulo II: Celebración del matrimonio fuera de la misa.
Capítulo III: Celebración del matrimonio ante asistente o delegado laico.
Capítulo IV: Celebración del matrimonio entre parte Católica y parte catecúmena o no cristiana.
Capítulo V: Leccionario y Eucología.
Apéndices: Bendición de los prometidos; Aniversarios matrimoniales; Ordinario de la misa.

4. ¿Qué es lo más  conveniente litúrgicamente para la celebración de un matrimonio mixto?
Que se  realice fuera de la misa, sin embargo se puede celebrar dentro de la misa con permiso del ordinario.

5. Presente cuatro características de la celebración del matrimonio en la tradición judía.
*su ritual ha influido el de la Iglesia católica desde sus orígenes.
*se puede celebrar en cualquier lugar conveniente.  Con frecuencia se celebra en la sinagoga.
*se celebra el martes: en el relato de la creación se repite dos veces “y vio Dios que era bueno”
*la parte esencial es la entrega del anillo por parte del esposo. Se acostumbra el blanco para la novia y el velo.
*tiene siete bendiciones nupciales. El banquete nupcial tiene carácter religioso.

6.  ¿Cuál es el fundamento del matrimonio en la tradición Greco-romana primitiva?
No tanto el acto procreativo, ni la autoridad paterna o materna, sino el fuego sagrado del hogar, que significa la presencia de la divinidad y la unidad de la familia. Este fuego era el centro de la liturgia familiar, allí se oraba. Había que procrear para garantizar que ardiera el fuego sagrado. Casarse significaba pasar de una religión doméstica a otra religión doméstica.

7.  ¿Qué determino Trento para impedir los matrimonios clandestino, (vigente hasta hoy)?
Defiende la legítima competencia de la Iglesia sobre el matrimonio y establece la exigencia de una forma jurídica para la validez del mismo. Que el matrimonio sea contraído en presencia del párroco o de otro Sacerdote autorizado por el párroco, o del Obispo, y de al menos dos testigos.

8. ¿Cuál son las partes de la oración de bendición nupcial?
*Anámnesis- memoria de la obra de Dios en la salvación, en orden a la institución del matrimonio.
*Epíclesis- Invocación de la gracia del Espíritu Santo sobre los esposos.
*Intercesión- por mediación de Jesucristo a Dios a favor de los esposos.

9. Cuántas fórmulas para tomar el consentimiento presenta el ritual para Colombia. Enuncia una.
El Ritual del matrimonio aprobado para Colombia presenta SEIS fórmulas. Una de ellas, la primera, la expresan los novios y dice: “Yo N. te recibo a ti, N., como mi esposa y me entrego a ti, como esposo, y prometo permanecerte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, para amarte y repspetarte durante todos los días de mi vida”.

10.¿Se puede omitir la Bendición Nupcial? Y  ¿en qué momento de la celebración se dice?
Praenot 90 dice: “Dicho el padrenuestro y omitido el Líbranos (embolismo) , el presidente, de pie, vuelto hacia los esposos, invoca sobre ellos la bendición de Dios; esta bendición nunca se omite” Además, “si alguno no comulgará, se omiten las palabras que están entre paréntesis.


VI.             SACRAMENTO DEL ORDEN
                                                  
1.      ¿Cuál es la materia, forma y ministro de la ordenación?
“La imposición de manos es la materia, y única materia, de las sagradas Órdenes del diaconado, del presbiterado y del episcopado; y la forma, también única, son las palabras que determinan la aplicación de esta materia, las cuales significan de manera unívoca los efectos sacramentales: la potestad de Orden y la gracia del Espíritu Santo” Ambas, ,materia y forma son esenciales y necesarias para la validez del acto. El ministro es el Obispo.

2.      Explique el nombre del sacramento del Orden.
Hemos de volver al texto guía en las págs. 413-415. (trabajo para este estudio final)

3.      Cuáles son los días no indicados para la celebración de la admisión?
o   Triduo Pascual.
o   Semana Santa.
o   Miércoles de ceniza.
o   Conmemoración de los fieles difuntos.

4.      ¿Por  qué no se debe celebrar el rito de la admisión junto con la institución de ministerios?

Por su misma índole, no se debe celebrar porque el rito de la admisión apunta hacia las Órdenes sagradas, en cambio la institución de lectores y acólitos van dirigidos al servicio de la Iglesia por parte de los laicos.


5.      De acuerdo a la historia de la liturgia de las ordenaciones ¿Cuál es la evolución del ritual de ordenaciones?

Normalmente se distinguen tres etapas el ritual de ordenaciones hasta el ritual reformado del Vaticano II:

§  Rito romano primitivo (s. III). En la Tradición apostólica de Hipólito de Roma encontramos el modelo más antiguo y originario de la liturgia romana y por lo tanto el primer ritual romano de ordenación que se conoce.

§  El ritual del alto Medioevo con las primeras influencias galicanas: el antiguo ritual romano y el ritual romano –franco del siglo IV-IX.

§  El ritual medieval en el cual los influjos galicanos determinaron la liturgia romana de las ordenaciones hasta la reforma del Vaticano II: el ritual del pontifical romano- germánico (s. X-XIII ss)

6.      Estructura común de las tres oraciones de ordenación.

v  Invocación Inicial.
v  Anamnesis.
v  Epíclesis.
v  Intercesiones.
v  Conclusión.


7.      ¿Cuál es la fundamentación bíblica del sacramento del orden?.

Su fundamentación esta en Nm 1,43. “Dios escogió una de las doce Tribus, la de Leví, para el servicio litúrgico” y Hb 5,1 “los sacerdotes fueron establecidos para intervenir a favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados”


8.      Algunas características del actual ritual de órdenes

v  Titulo nuevo: empieza por el obispo, sigue con los presbíteros y los diáconos.
v  Nuevas introducciones, es decir, más praenotandas.
v  Cambios en el texto de la plegaria de ordenación de los presbíteros y de los diáconos, cambios en las promesas sacerdotales
v  Inclusión del rito “Rito de aceptación del sagrado celibato” en la ordenación diaconal
v  Sobre la promesa de obediencia
v  Rito de admisión al diaconado y presbiterado
v  Enriquecimiento en el texto de las letanías

9.      Pregunta personal e inteligente sobre la oración consecratoria para el diaconado. Cada uno de los estudiantes la ha de llevar al examen en una hoja con su respectiva respuesta











Para alumnos de tercero de Teología. 

Los Praenotanda:
El Sacramento del Matrimonio


INDICE

Introducción general (Praenotanda):
I. Importancia y dignidad del sacramento del Matrimonio.
II. Oficios y ministerios.
III. Celebración del Matrimonio. Preparación Rito que se ha de emplear.
IV. Adaptaciones que han de preparar las Conferencias Espiscopales.
Cap. I: Celebración del Matrimonio dentro de la Misa.
Formulario primero.
Formulario segundo: Textos alternativos (Modelo A).
Formulario segundo: Textos alternativos (Modelo B).
Formulario tercero.
Cap. II: Celebración del Matrimonio fuera de la Misa.
Formulario primero.
Formulario segundo: Textos alternativos (Modelo A).
Formulario segundo: Textos alternativos (Modelo B).
Formulario tercero.
Cap. III: Ritual de la celebración del Matrimonio entre parte católica y parte catecúmena o no cristiana.
Cap. IV: Fórmulas alternativas para la celebración del Matrimonio dentro y fuera de la Misa.
Cap. V: Lecturas para la celebración del Matrimonio.
Apéndices:
Ap. I: Ritual de la celebración del Matrimonio ante un asistente laico.
Ap. II: Celebraciones en torno al Matrimonio:
1. Bendición de los prometidos.
2. Celebraciones en los aniversarios del Matrimonio.
Subsidios para las celebraciones:
I. Propuestas de liturgia de la Palabra.
II. Sugerencias para preparar las homilías.
III. Melodías para la celebración.






INTRODUCCIÓN GENERAL (Praenotanda)
            I IMPORTANCIA Y DIGNIDAD DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
 1.     La alianza matrimonial, por la que el hombre y la mujer se unen entre sí para toda la vida [1: Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1055, § 1.], recibe su fuerza y vigor de la creación, pero además, para los fieles cristianos, se eleva a una dignidad más alta, ya que se cuen­ta entre los Sacramentos de la nueva alianza.
 2.     El Matrimonio queda establecido por la alianza conyugal o consenti­miento irrevocable de los cónyuges, con el que uno y otro se entregan y se reciben mutua y libremente. Tanto la misma unión singular del hombre y de la mujer como el bien de los hijos exigen y piden la plena fidelidad de los cónyuges y también la unidad indisoluble del vínculo [2: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Igle­sia en el mundo actual, núm. 48.].
3.     Por su propia naturaleza, la misma institución del Matrimonio y el amor conyugal se ordenan a la procreación y educación de la prole, y con ellas se coronan logrando su cima [3: Cf. ibid., núm. 48.], ya que los hijos son en realidad el don más excelente del Matrimonio y contribuyen sobre manera al bien de los mismos padres.
 4.     La íntima comunidad de vida y de amor, por la cual los cónyuges “ya no son dos, sino una sola carne” [4: Mt 19, 6.], ha sido fundada por Dios Creador, pro­vista de leyes propias, y enriquecida con la única bendición que no fue abolida por la pena del pecado original [5: Cf.Misal Romano, Misa en la celebración del Matrimonio A, Oración por la esposa y el esposo.]. Por tanto, este sagrado vínculo no depende del arbitrio humano, sino del autor del Matrimonio, que lo quiso dotado de unos bienes y fines peculiares [6: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Igle­sia en el mundo actual, núm. 48.].
 5.     Cristo el Señor, al hacer una nueva creación y renovarlo todo [7: Cf. 2Co 5, 17.], quiso restituir el Matrimonio a la forma y santidad originales, de tal manera que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre [8: Cf. Mt 19, 6.], y, además, elevó este indiso­luble pacto conyugal a la dignidad de Sacramento, para que significara más claramente y remitiera con más facilidad al modelo de su alianza nupcial con la Iglesia [9: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Igle­sia en el mundo actual, núm. 48.].
 6.     Con su presencia trajo la bendición y la alegría a las bodas de Caná, convirtiendo el agua en vino, anunciando así por adelantado la hora de la alianza nueva y eterna: “Pues de la misma manera que Dios en otro tiem­po salió al encuentro de su pueblo con un pacto de amor y fidelidad, ahora el Salvador de los hombres” [10: Ibid., núm. 48.] se ofrece a la Iglesia como esposo, cum­pliendo en su misterio pascual la alianza con ella.
 7.     Por el Bautismo, sacramento de la fe, el hombre y la mujer, de una vez para siempre, se insertan en la alianza de Cristo con la Iglesia, y así su comunidad conyugal es asumida en la caridad de Cristo y enriquecida con la fuerza de su sacrificio [11: Cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, núm. 13: AAS 74 (1982), p. 95; Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium st spes,so­bre la Iglesia en el mundo actual, núm. 48.]. Por esta nueva situación, el Matrimonio válido de los bautizados es siempre Sacramento [12:Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1055, § 2.].
 8.     Por el sacramento del Matrimonio los cónyuges cristianos significan el misterio de unidad y de amor fecundo entre Cristo y la Iglesia [13: Cf. Ef 5, 25.] y partici­pan de él; debido a ello, tanto al abrazar la vida conyugal, como en la aceptación y educación de la prole, se ayudan mutuamente a santificarse y encuentran ellos también su lugar y su propio carisma en el pueblo de Dios [14: Cf. lCo 7, 7; Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, núm. 11.].
 9.     Por este Sacramento, el Espíritu Santo hace que, así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó así mismo por ella [15: Cf. Ef 5, 25.], también los cónyuges cristia­nos, iguales en dignidad, con la mutua entrega y el amor indiviso, que mana de la fuente divina de la caridad, se esfuercen por fortalecer y fo­mentar su unión matrimonial. De modo que, asociando a la vez lo divino y lo humano, en la prosperidad y en la adversidad, perseveren fieles en cuerpo y alma [16: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Igle­sia, en el mundo actual, núms. 48 y 50.], permaneciendo absolutamente ajenos a todo adulterio y divorcio [17: Cf. ibid., núm. 49.].
 10.    El verdadero cultivo del amor conyugal y todo el sentido de la vida familiar, sin subestimar los demás fines del Matrimonio, tienden a que los cónyuges cristianos estén animosamente dispuestos a cooperar con el amor del Creador y Salvador, quien por medio de ellos amplía y enriquece día a día a su familia [18: Cf. ibid., núm. 50.]. Y así, confiando en la divina Providencia y ejercitando el espíritu de sacrificio [19: Cf. lCo 7, 5.], glorifican al Creador y se esfuerzan por alcanzar la perfección en Cristo cuando cumplen la función de procrear con gene­rosa responsabilidad humana y cristiana [20: Cf. Concilio Vaticano LI, Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Igle­sia en el mundo actual, núm. 50.].
 11.    Dios, que llamó a los esposos al Matrimonio, continúa llamándolos a perfeccionar su propio Matrimonio [21: Cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, núm. 51: AAS
74 (1982), p. 143.]. Los que se casan en Cristo, desde la fe en la palabra de Dios, pueden celebrar con fruto el misterio de la unión entre Cristo y la Iglesia, vivirlo santamente y testificarlo públicamente ante todos. El Matrimonio deseado, preparado, celebrado y vivido cotidiana­mente a la luz de la fe, es aquel “que la Iglesia une, que la oblación confir­ma, que la bendición refrenda, que los ángeles proclaman, que el Padre tiene por válido... ¡Qué preciosa la unión entre dos fieles que tienen una misma esperanza, un mismo modo de vida y de servicio! Ambos son hijos de un mismo Padre, ambos servidores de un mismo Dueño, sin ninguna separación ni en la carne ni en el espíritu. Son ciertamente dos en una sola carne; donde hay una sola carne, hay un solo espíritu” [22: TERTULIANO, Ad uxorem, II, VIII: CCL 1, p. 393.].
  
II OFICIOS Y MINISTERIOS
 12.    La preparación y celebración del Matrimonio, que atañe en primer lugar a los mismos futuros cónyuges y a sus familias, compete, por razón de la cura pastoral y litúrgica, al Obispo, al párroco y a sus vicarios y también, según le es propio, a toda la comunidad eclesial [23:Cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, núm. 66: AAS  74(1982), pp. 159-162.].
 13.    Teniendo en cuenta las normas o indicaciones pastorales que la Con­ferencia Episcopal haya podido establecer acerca de la preparación de los novios o la pastoral del Matrimonio, corresponde al Obispo regular en toda la diócesis la celebración y la pastoral del Sacramento, disponiendo la atención a los fieles para que el estado matrimonial se mantenga en el espíritu cristiano y se vaya perfeccionando [24: Cf. ibid., núm. 66; cf. Código de Derecho Canónico, cáns. 1063-1064.].
 14.    Los pastores de almas deben procurar que en la propia comunidad esta atención se preste sobre todo:
1) con la predicación, con la catequesis adaptada a los pequeños, a los jóvenes y a los adultos, empleando incluso los medios de comunicación social, para que con ello se instruya a los fieles acerca del significado del Matrimonio y de los deberes de los cónyuges y padres cristianos;
2) con la preparación personal a contraer Matrimonio, en la que los novios se dispongan para la santidad y obligaciones de su nuevo estado;
3) con la fructuosa celebración litúrgica del Matrimonio, para que en ella se ponga de relieve que los cónyuges manifiestan el misterio de la unidad y del amor fecundo entre Cristo y la Iglesia y participan del mis­mo;
4) con la ayuda proporcionada a los casados, para que ellos, observan­do y protegiendo fielmente la alianza conyugal, alcancen una vida familiar cada día más santa y más plena [25: Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1063.].
 15.    Se requiere un tiempo suficiente para la debida preparación del Ma­trimonio, y se debe advenir con antelación a los novios de esta necesidad.
 16.    Los pastores, movidos por el amor a Cristo, han de acoger a los novios y antes de nada fomentarán y robustecerán su fe: pues el sacramento del Matrimonio la supone y exige [26: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sa­grada Liturgia, núm. 59.].
 17.    Después de recordar oportunamente a los novios los elementos funda­mentales de la doctrina cristiana, de los que se ha hablado antes (cf. núms. 1-11), se les dará una catequesis sobre la doctrina del Matrimonio y la familia, del Sacramento y sus ritos, preces y lecturas, para que así puedan celebrarlo de manera consciente y fructuosa.
 18.    Los católicos que no hayan recibido todavía el sacramento de la Con­firmación, lo recibirán antes de ser admitidos al Matrimonio, con el fin de completar la iniciación cristiana, siempre que pueda hacerse sin dificultad grave. Se recomienda a los novios que en la preparación del sacramento del Matrimonio reciban, si es necesario, el sacramento de la Penitencia y se acerquen a la sagrada Eucaristía, principalmente en la misma celebra­ción del Matrimonio [27: Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1065.].
 19.    Antes de que se celebre el Matrimonio debe constar que nada se opo­ne a su celebración válida y lícita [28: Cf. ibid., can. 1066.].
 20.    Durante la preparación, teniendo en cuenta la manera de pensar del pueblo acerca del Matrimonio y la familia, los pastores se esforzarán por evangelizar a la luz de la fe el mutuo y auténtico amor entre los novios. Incluso aquellas cosas que son requeridas por el derecho para contraer Matrimonio válido y lícito pueden servir para promover en los novios una fe viva y un amor fecundo, con miras a la formación de la familia cristia­na.
 21.    Pero si, a pesar de todos los esfuerzos, los novios manifiestan de ma­nera clara y expresa que rechazan lo que pretende la Iglesia cuando se celebra el Matrimonio entre bautizados, el pastor de almas no puede ad­mitirlos a la celebración; por mucho que le pese, debe tener en cuenta la realidad y hacer ver a los interesados que no es la Iglesia, sino ellos mis­mos, quienes, en estas circunstancias, impiden la celebración, por más que la soliciten [29: Cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, núm. 68: AAS 74 (1982), p. 165.].

22.    En el Matrimonio, más de una vez se dan casos especiales: como es el Matrimonio con parte bautizada no católica, con un catecúmeno, con par­te simplemente no bautizada, o también con parte que ha rechazado explí­citamente la fe católica. Los pastores tendrán presentes las normas de la Iglesia para estos casos y, si es necesario, recurrirán a la autoridad compe­tente.
 23.    Conviene que sea un mismo presbítero, quien prepare a los novios, haga la homilía en la celebración del Sacramento, reciba el consentimien­to y celebre la Misa.
 24.    También el diácono puede, recibida la facultad del párroco o del Ordi­nario, presidir la celebración del Sacramento [30: Cf. Código de Derecho Canónico, can. 1111,], sin excluir la bendición nupcial.
 25.    Cuando no haya sacerdotes ni diáconos, el Obispo diocesano puede, previo voto favorable de la Conferencia Episcopal y obtenida la licencia de la Sede Apostólica, delegar a laicos para que asistan a los Matrimonios. Se elegirá a un laico idóneo, capaz de instruir a los novios y que sea apto para realizar debidamente la liturgia matrimonial [31: Cf. ibid., can. 1112, § 2.]. Éste pide el consenti­miento de los esposos y lo recibe en nombre de la Iglesia [32: Cf. ibid., can. 1108, § 2.].
 26.    Los demás laicos pueden tomar parte de varias maneras, tanto en la preparación espiritual de los novios como en la misma celebración del rito. Conviene que toda la comunidad cristiana coopere siendo testigo de la fe y manifestando el amor de Cristo al mundo.
 27.    El Matrimonio se celebrará en la parroquia de uno u otro de los no­vios, o en otro lugar con licencia del propio Ordinario o del párroco [33: Cf. ibid., can. 1115.].

III CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO
 Preparación
 28.    Puesto que el Matrimonio se ordena al crecimiento y santificación del pueblo de Dios, su celebración tiene un carácter comunitario, que aconse­ja también la participación de la comunidad parroquial, por lo menos a través de algunos de sus miembros. Teniendo en cuenta las costumbres de cada lugar, si no hay inconveniente, pueden celebrarse varios Matrimo­nios al mismo tiempo o realizarse la celebración del Sacramento en la asamblea dominical.

29.    La misma celebración del Sacramento se ha de preparar cuidadosa­mente, y, en cuanto sea posible, con los que van a casarse. El Matrimonio se celebrará normalmente dentro de la Misa. No obstante, el párroco, aten­diendo tanto a las necesidades pastorales como al modo con que partici­pan en la vida de la Iglesia los novios o los asistentes, juzgará si es mejor proponer la celebración del Matrimonio dentro o fuera de la Misa [34: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sa­grada Liturgia, núm. 78.]. De acuerdo con los mismos novios, si es oportuno, se escogerán las lecturas de la Sagrada Escritura que serán explicadas en la homilía; la fórmula con que expresarán el mutuo consentimiento; los formularios para la bendi­ción de los anillos, para la bendición nupcial, para las intenciones de la plegaria universal y para los cantos. Conviene también utilizar correcta­mente las variantes previstas en el rito y las costumbres locales que pue­dan conservarse, si son oportunas.
 30.    Los cantos que se van a interpretar han de ser adecuados al rito del Matrimonio y deben expresar la fe de la Iglesia, sin olvidar la importancia del salmo responsorial en la liturgia de la palabra. Lo que se dice de los cantos vale también para la selección de las obras musicales.
 31.    Es necesario que se exprese de manera adecuada el carácter festivo de la celebración del Matrimonio, incluso en la ornamentación de la iglesia. Sin embargo, los Ordinarios cuidarán de que no se haga ninguna acepción de personas privadas o de clases sociales, excepto los honores debidos a las autoridades civiles, según las leyes litúrgicas [35: Cf. ibid., núm. 32.].
 32.    Si el Matrimonio se celebra en un día de carácter penitencial, sobre todo en tiempo de Cuaresma, el párroco advertirá a los esposos que ten­gan en cuenta la naturaleza peculiar de aquel día. En ningún caso se cele­brará el Matrimonio el Viernes Santo en la Pasión del Señor ni el Sábado Santo.
 Rito que se ha de emplear
 33.    En la celebración del Matrimonio dentro de la Misa, se emplea uno de los formularios ofrecidos en el capítulo I. En la celebración sin Misa, el rito debe realizarse después de la liturgia de la palabra, como se indica en el capítulo II.
 34.    Cuando el Matrimonio se celebra dentro de la Misa, se utiliza la Misa ritual “por los esposos” con ornamentos de color blanco o festivo, a no ser que la celebración tenga lugar alguno de los días reseñados en los núme­ros 1-4 de la tabla de los días litúrgicos, en cuyo caso se emplea la Misa del día con sus lecturas, conservando en ella la bendición nupcial y, si se cree conveniente, la fórmula propia de la bendición final.
No obstante, si durante el tiempo de Navidad o el tiempo ordinario la Misa en que se celebra un Matrimonio en domingo es participada por la comunidad parroquial, se toma el formulario de la Misa del domingo.
Cuando no se dice la Misa “por los esposos”, una de las lecturas puede tomarse de los textos previstos para la celebración del Matrimonio, puesto que la liturgia de la palabra, acomodada a su celebración, tiene una gran fuerza para la catequesis sobre el Sacramento mismo y sobre las obligaciones de los cónyuges (núms. 374-419).
 35.    Se destacarán los principales elementos de la celebración del Matri­monio, a saber: la liturgia de la palabra, en la que se resalta la importancia del Matrimonio cristiano en la historia de la salvación y sus funciones y deberes de cara a la santificación de los cónyuges y de los hijos; el consen­timiento de los contrayentes, que pide y recibe el que legítimamente asiste al Matrimonio; aquella venerable oración en la que se invoca la bendición de Dios sobre la esposa y el esposo; y, finalmente, la comunión eucarística de ambos esposos y de los demás presentes, con la cual se nutre sobre todo su caridad y se elevan a la comunión con el Señor y con el prójimo [36: Cf. Concilio Vaticano II, Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostola­do de los seglares, núm. 3; Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Igle­sia, núm. 12].
 36.    Si el Matrimonio se realiza entre parte católica y parte bautizada no católica, debe emplearse el rito de la celebración del Matrimonio sin Misa (núms. 186-224); pero, si el caso lo requiere, y con el consentimiento del Ordinario del lugar, se puede usar el rito de la celebración del Matrimonio dentro de la Misa (núms. 47-87); en cuanto a la admisión de la parte no católica a la comunión eucarística, se observarán las normas dictadas para los diversos casos [37: Cf. Código de Derecho Canónico, can, 844.]. Si el Matrimonio se celebra entre parte católica y par­te catecúmena o no cristiana, se debe usar el rito que se halla más adelan­te (núms. 3 15-342), empleando las variantes previstas para los diversos casos.
 37.    Este Ritual incluye el rito de la bendición y entrega de las arras, de gran raigambre en la tradición de muchas diócesis de España, que sirve para expresar la comunidad de vida y de bienes que se establece entre los esposos. Para que este significado aparezca con mayor claridad, el rito ha sido enriquecido con la entrega, también por parte de la esposa, de arras a su marido -antes sólo el esposo las entregaba-.
 38.    En los formularios de este Ritual inspirados en la antigua liturgia his­pana se encuentran también el rito de la velación nupcial y una modalidad propia de rito de despedida, la antiguamente llamada “entrega de la espo­sa”.
La velación, situada inmediatamente antes de la bendición nupcial, re­cupera un signo tradicional y expresivo de la unión indisoluble que el Sa­cramento ha realizado entre los esposos.
El rito de despedida de nuestra tradición hispana, teniendo el sabor de los antiguos ritos de entrega de la esposa al esposo, insiste en la dignidad de la mujer que se entrega como esposa -igual al esposo- y no como simple criada.
 39.    Porque los pastores son ministros del Evangelio de Cristo en favor de todos, tendrán un cuidado especial hacia aquellas personas, ya sean cató­licas o no católicas, que nunca o casi nunca participan en la celebración del Matrimonio o de la Eucaristía. Esta norma pastoral vale en primer lugar para los mismos esposos.
 40.    Si el Matrimonio se celebra dentro de la Misa, además de lo requerido para la celebración de la misma, estarán preparados en el presbiterio el Ritual Romano y los anillos para los esposos. Si parece oportuno, se pre­parará también el acetre con agua bendita y el hisopo, y un cáliz con sufi­ciente capacidad para la comunión bajo las dos especies.
                            IV ADAPTACIONES QUE HAN DE PREPARAR
LAS CONFERENCIAS EPISCOPALES
 41.    Compete a las Conferencias Episcopales, en virtud de la Constitución sobre la sagrada Liturgia [38: Cf. Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sa­grada Liturgia, núms. 37-40 y 67, b.], acomodar este Ritual Romano a las costum­bres y necesidades de cada región, de modo que, una vez confirmados los textos por la Sede Apostólica, se aplique en las regiones de que se trata.
 42.    En esta materia, será competencia de las Conferencias Episcopales:
1) Determinar las adaptaciones de que se habla posteriormente (núms. 43-46).
2) Si el caso lo requiere, adaptar y completar la “Introducción general” que figura en el Ritual Romano a partir del número 36 y siguientes (“Rito que se ha de emplear”), para hacer que la participación de los fieles sea consciente y activa.
3) Preparar las traducciones de los textos, de manera que se acomoden realmente a la índole de las diversas lenguas y a la manera de ser de las diversas culturas, añadiendo, siempre que sea oportuno, melodías aptas para el canto.
4) Al preparar las ediciones, ordenar la materia en la forma que parez­ca más adecuada para el uso pastoral.
 43.    Al preparar las adaptaciones, se tendrá en cuenta lo siguiente:
1) Las fórmulas del Ritual Romano pueden ser adaptadas o, si el caso lo requiere, enriquecidas (incluso el interrogatorio antes del consentimiento y las mismas palabras del consentimiento).
2) Cuando el Ritual Romano presenta varias fórmulas ad libitum, se permite añadir otras fórmulas del mismo género.
3) Respetando la estructura del rito sacramental, se puede variar el or­den de las partes. Si parece más oportuno, el interrogatorio antes del con­sentimiento puede omitirse, quedando a salvo la norma de que quien asiste pida y reciba el consentimiento de los contrayentes.
4) Si la necesidad pastoral lo exige, se puede determinar que el consen­timiento de los contrayentes se pida siempre con el interrogatorio.
5) Terminada la entrega de los anillos, teniendo en cuenta las costum­bres del lugar, se puede proceder a la coronación de la esposa o a la velación de los esposos.
6) Si en algún lugar el darse la mano o la bendición y entrega de los anillos es incompatible con las costumbres del pueblo, puede determinarse la supresión de estos ritos o que sean suplidos por otros.
7) Se considerará con atención y prudencia qué es lo que puede admi­tirse de las tradiciones y manera de ser de cada pueblo.
 44.    Además, cada Conferencia Episcopal, tiene la facultad de elaborar un rito propio del Matrimonio, a tenor de la Constitución sobre la sagrada Liturgia [39: Cf. ibid., núm. 63, b.], conforme a los usos de los lugares y pueblos, y con la aproba­ción de la Sede Apostólica, quedando a salvo la norma de que el legítimo asistente pida y reciba el consentimiento de los contrayentes [40: Cf. ibid., núm. 77.], y que se imparta la bendición nupcial [41: Cf. ibid., núm. 78.]. El rito propio ha de ir precedido también de la “Introducción general” que contiene el Ritual Romano [42: Cf. ibid., núm. 63, b.], exceptuan­do lo que se refiere al rito que se ha de emplear.
 45.    En cuanto a los usos y maneras de celebrar el Matrimonio que están en vigor en los pueblos recién evangelizados, se sopesará comprensiva­mente todo lo que sea honesto y no esté entremezclado de manera insepa­rable con supersticiones y errores, y, si es posible, se conservará completo y cabal, más aún, se admitirá también en la misma liturgia, a condición de que concuerde con la índole del verdadero y auténtico espíritu litúrgico [43: Cf. ibid., núm. 37.].
 46.    En aquellos pueblos en que, por costumbre, tienen lugar en las casas ceremonias matrimoniales, incluso durante varios días, conviene adaptar­las al espíritu cristiano y a la liturgia. En este caso, la Conferencia Episco­pal puede establecer, según las necesidades pastorales de los pueblos, que el mismo rito del Sacramento pueda celebrarse en las casas.

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AGRADECEMOS EL INTERÉS DE PARTE DE ALGUNOS ALUMNOS EN ESPECIAL QUE NO DEJAN DE CONSULTAR ESTE LITU-BLOG ACOMPAÑADOS POR EL GUSTO DE APRENDER SOBRE LA MATERIA... (esto lo tendremos en cuenta: la perseverancia alcanza sus méritos)




Para los alumnos de III Teología. 
Lectura de los praenotandas del ritual penitencia.



“PRAENOTANDA”
DE LA EDICIÓN TÍPICA DEL RITUAL ROMANO

I. EL MISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN

1.     El Padre manifestó su misericordia reconciliando consigo por Cristo todos los seres, los del cielo y de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz [1: Cf. 2 Cor 5, 18 s; Col 1, 20.]. El Hijo de Dios, hecho hombre, convivió entre los hombres para libe­rarlos de la esclavitud del pecado [2: Cf. Jn 8, 34-36.] y llamarlos desde las tinieblas a su luz admirable [3: Cf. 1 Pt 2, 9.]. Por ello inició su misión en la tierra predicando penitencia y diciendo: “Convertíos y creed la Buena Noticia” (Mc 1, 15).
Esta llamada a la penitencia, que ya resonaba insistentemente en la pre­dicación de los profetas, fue la que preparó el corazón de los hombres al adve­nimiento del Reino de Dios por la palabra de Juan el Bautista que vino “a predicar que se convirtieran y se bautizaran para que se les perdonasen los pecados” (Mc 1, 4).
Jesús, por su parte, no sólo exhortó a los hombres a la penitencia, para que abandonando la vida de pecado se convirtieran de todo corazón a Dios [4: Cf. Lc 15.], sino que acogió a los pecadores para reconciliarlos con el Padre [5: Cf. Lc 5, 20.27-32; 7, 48.]. Además, como signo de que tenía poder de perdonar los pecados, curó a los enfermos de sus dolencias  [6: Cf. Mt 9, 2-8.]. Finalmente, él mismo “fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación” [7: Cf. Rom 4, 25.]. Por eso, en la misma noche en que iba a ser entregado, al iniciar su pasión salvadora [8: Cf. Missale Romanum, Prex eucharistica III.], instituyó el sacrificio de la Nueva Alianza en su sangre derramada para el perdón de los pecados [9: Cf. Mt 26, 28.] y, después de su resurrección, envió el Espíritu Santo a los apóstoles para que tuvieran la potestad de perdonar o retener los pecados [10: Cf. Jn 20, 19-23.] y recibieran la misión de predicar en su nombre la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos [11: Cf. Lc 24, 47.].
Pedro, fiel al mandato del Señor que le había dicho: “Te daré las llaves del Reino de los cielos y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt 16, 19), proclamó el día de Pentecostés un bautismo para la remisión de los pecados: “convertíos... y bautizaos todos en nombre de Jesucristo, para que se os perdonen los peca­dos” (Act 2, 38)[12: Cf. Act 3, 19.26; 17,30.]. Desde entonces la Iglesia nunca ha dejado ni de exhortar a los hombres a la conversión, para que abandonando el pecado se conviertan a Dios, ni de significar, por medio de la celebración de la penitencia, la vic­toria de Cristo sobre el pecado.

2.     Esta victoria sobre el pecado la manifiesta la Iglesia en primer lugar por medio del sacramento del Bautismo; en él nuestra vieja condición es crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de peca­dores, y, quedando nosotros libres de la esclavitud del pecado, resucitamos con Cristo para vivir para Dios [13: Cf. Rom 6, 4-10.]. Por ello confiesa la Iglesia su fe al proclamar en el símbolo: “reconocemos un solo bautismo para el perdón de los pecados”.

 
En el sacrificio de la Misa se hace nuevamente presente la pasión de Cristo y la Iglesia ofrece nuevamente a Dios, por la salvación de todo el mundo, el cuerpo que fue entregado por nosotros y la sangre derramada para el perdón de los pecados. En la Eucaristía, en efecto, Cristo está presente y se ofrece como “víctima por cuya inmolación Dios quiso devolvernos su amistad”[14: Missale Romanum, Prex eucharistica III.], para que por medio de este sacrificio el Espíritu Santo nos congregue en la unidad” [15: Missale Romanum, Prex eucharistica II.].
Pero además nuestro Salvador Jesucristo instituyó en su Iglesia el sacra­mento de la Penitencia al dar a los apóstoles y a sus sucesores el poder de per­donar los pecados; así los fieles que caen en el pecado después del bautismo, renovada la gracia, se reconcilien con Dios [16: Cf. Conc. Trid., Sessio XIV. De sacramenta Paenitentiae, cap. I: DS, 1668 et 1670; can. 1: DS, 1701.]. La Iglesia, en efecto, “posee el agua y las lágrimas, es decir, el agua del bautismo y las lágrimas de la pe­nitencia” [17: S. Ambrosius, Epist 41, 12; PL 16, 1116.].

 II. LA RECONCILIACIÓN DE LOS PENITENTES EN LA VIDA DE LA IGLESIA
 La Iglesia es santa y al mismo tiempo está siempre necesitada de purificación
 3.     Cristo “amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para consa­grarla” (Ef 5, 25-26), y la tomó como esposa [18: Cf. Ap 19,7.]; la enriquece con sus propios dones divinos, haciendo de ella su propio cuerpo y su plenitud [19: Cf. Eph I, 22-23; Conc. Vat. II, Const.Lumen Gentium, n. 7: AAS 57 (1965), pp. 9-11.], y por medio de ella comunica a todos los hombres la verdad y la gracia.
Pero los miembros de la Iglesia están sometidos a la tentación y con fre­cuencia caen miserablemente en el pecado. Por eso, “mientras Cristo santo, inocente, sin mancha” (Hb 7, 26), no conoció el pecado (2 Cor 5, 21), sino que “vino a expiar únicamente los pecados del pueblo” (Hb 2, 17), la Iglesia acoge en su propio seno a hombres pecadores, es al mismo tiempo santa y está siempre necesitada de purificación, y busca sin cesar la penitencia y la renovación” [20: Conc. Vat II, Const. Lumen Gentium n 8; ibid., p. 12.].
 La penitencia en la vida y en la liturgia de la Iglesia
 4.     Esta constante vida penitencial el pueblo de Dios la vive y la lleva a plenitud de múltiples y variadas maneras. La Iglesia, cuando comparte los padecimientos de Cristo [21: Cf. 1 Pt 4, 13] y se ejercita en las obras de misericordia y caridad [22: Cf. 1 Pt 4, 8], va convirtiéndose cada día más al evangelio de Jesucristo y se hace así, en el mundo, signo de conversión a Dios. Esto la Iglesia lo realiza en su vida y lo celebra en su liturgia, siempre que los fieles se confiesan pecadores e imploran el perdón de Dios y de sus hermanos, como acontece en las cele­braciones penitenciales, en la proclamación de la Palabra de Dios, en la ora­ción y en los aspectos penitenciales de la celebración eucarística [23: Cf. Conc. Trid. Sessio XIV, De sacramento Paenitentiae:. DS 1638, 1740, 1743; S. Congr. Rituum., Instr. Eucharisticum mysterium, 25 maii, 1967 n. 35: AAS, 59 (1967), pp. 560-
561; Missale Romanum, Institutio generalis, nn. 29, 30, 56 a.b.g.].
Pero en el sacramento de la Penitencia “los fieles obtienen de la miseri­cordia de Dios el perdón de las ofensas que han hecho al Señor y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia a la que ofendieron con su pecado y que, con su amor, su ejemplo y su oración, les ayuda en el camino de la propia conversión” [24: Conc. Vat. II, Const. Lumen Gentium, n. 11: AAS 57 (1965) pp. 15-16.].
 Reconciliación con Dios y con la iglesia
 5.     Porque el pecado es una ofensa hecha a Dios, que rompe nuestra amistad con él, “la finalidad última de la penitencia consiste en lograr que amemos intensamente a Dios y nos consagremos a él” [25: Pablo VI, Const. Apost. Poenitemini, 17 febr., 1966: AAS, 58 (1966), p. 179; cf. Conc. Vat. II, Const. Lumen Gentium, n 11: AAS, 57 (1965), pp. 15-16.]. El pecador, por tanto, movido por la gracia del Dios misericordioso, se pone en camino de conversión, retorna al Padre “que nos amó primero” (1 Jn 4, 19) y a Cristo, que se entregó por nosotros [26: Cf. Gal 2, 20; Eph 5, 25.],  y al Espíritu Santo, que ha sido derramado copiosamente en nosotros [27: Cf. Tit 3, 6.].
Más aún: “en virtud de un arcano y benigno misterio de la voluntad di­vina reina entre los hombres una tal solidaridad sobrenatural que el pecado de uno daña también a los otros y la santidad de uno aprovecha también a los demás”[28: Pablo VI, Const. Apost.Indulgentiarum doctrina, 1 jan. 1967, n. 4: AAS, 35 (1943), p. 213.]; por ello la penitencia lleva consigo siempre una reconciliación con los hermanos a quienes el propio pecado perjudica.
Además hay que tener presente que los hombres, con frecuencia, cometen la injusticia conjuntamente. Del mismo modo se ayudan mutuamente cuando hacen penitencia, para que liberados del pecado por la gracia de Cristo, unidos a todos los hombres de buena voluntad, trabajen en el mundo por el progreso de la justicia y de la paz.
 El sacramento de la Penitencia y sus partes
 6.     El discípulo de Cristo que, después del pecado, movido por el Espíritu Santo, acude al sacramento de la Penitencia, ante todo debe convertirse de todo corazón a Dios. Esta íntima conversión del corazón, que incluye la con­trición del pecado y el propósito de una vida nueva, se expresa por la confesión hecha a la Iglesia, por la adecuada satisfacción y por el cambio de vida. Dios concede la remisión de los pecados por medio de la Iglesia, a través del mi­nisterio de los sacerdotes [29: Cf. Conc. Trid., Sessio XIV, De sacramento Paenitentiae,cap. I: DS, 1673-1675.].
 a)     Contrición
Entre los actos del penitente ocupa el primer lugar la contrición, “que es un dolor del alma y un detestar del pecado cometido con propósito de no pecar en adelante”[30: Ibíd., cap. 4: DS, 1676.] En efecto, “solamente podemos llegar al Reino de Cristo a través de lametanoia, es decir, de aquel intimo cambio de todo el hombre -de su manera de pensar, juzgar y actuar- impulsado por la santidad y el amor de Dios, tal como se nos ha manifestado a nosotros este amor en Cristo y se nos ha dado plenamente en la etapa final de la historia “ (cf. Hb 1, 2; Col 1, 19 y en otros lugares; Ef 1, 23 y en otros lugares) [31: Pablo VI, Const. Apost. Paenitemini, 17 febr., 1966: AAS, 58 (1966), p. 179.]. De esta contrición del corazón depende la verdad de la penitencia Así pues, la conversión debe penetrar en lo más íntimo del hombre para que le ilumine cada día más ple­namente y lo vaya conformando cada vez más a Cristo.
 b)     Confesión
La confesión de las culpas, que nace del verdadero conocimiento de sí mismo ante Dios y de la contrición de los propios pecados, es parte del sacra­mento de la Penitencia Este examen interior del propio corazón y la acusación externa debe hacerse a la luz de la misericordia divina. La confesión, por parte del penitente, exige la voluntad de abrir su corazón al ministro de Dios; y por parte del ministro, un juicio espiritual mediante el cual, como repre­sentante de Cristo y en virtud del poder de las llaves, pronuncia la sentencia de absolución o retención de los pecados [32: Cf. Conc. Trid., Sessio XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 5: DS, 1679.].
 
 
c)     Satisfacción
La verdadera conversión se realiza con la satisfacción por los pecados, el cambio de vida y la reparación de los daños [33: Cf. Conc.Trid., Sessio XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 8: DS, 1690-1692; Pablo VI, Const. Apost. Indulgentiarum doctrina, 1 ian., 1967, nn. 2-3: AAS, 59 (1967), pp. 6-8.]. El objeto y cuantía de la satisfacción debe acomodarse a cada penitente, para que así cada uno repare el orden que destruyó y sea curado con una medicina opuesta a la enfermedad que le afligió. Conviene, pues, que la pena impuesta sea realmente remedio del pecado cometido y, de algún modo, renueve la vida. Así el penitente, “olvidándose de lo que queda atrás” (Fil 3, 13), se injerta de nuevo en el mis­terio de la salvación y se encamina de nuevo hacia los bienes futuros.
 d)     Absolución
Al pecador que manifiesta su conversión al ministro de la Iglesia en la confesión sacramental, Dios le concede su perdón por medio del signo de la absolución y así el sacramento de la Penitencia alcanza su plenitud. En efecto, de acuerdo con el plan de Dios, según el cual la humanidad y la bondad del Salvador se han hecho visibles al hombre [34: Cf. Tit 3, 4-5.], Dios quiere salvarnos y restaurar su alianza con nosotros por medio de signos visibles.
Así, por medio del sacramento de la Penitencia, el Padre acoge al hijo que retorna a él, Cristo toma sobre sus hombros a la oveja perdida y la conduce nuevamente al redil y el Espíritu Santo vuelve a santificar su templo o habita en él con mayor plenitud; todo ello se manifiesta al participar de nuevo, o con más fervor que antes, en la mesa del Señor, con lo cual estalla un gran gozo en el convite de la Iglesia de Dios por la vuelta del hijo desde lejanas tierras [35: Cf. Lc 15, 7.10.32.].
 Necesidad y utilidad de este sacramento
 7.     De la misma manera que las heridas del pecado son diversas y variadas, tanto en la vida de cada uno de los fieles como de la comunidad, así también es diverso el remedio que nos aporta la penitencia A aquellos que por el pe­cado grave se separaron de la comunión con el amor de Dios, el sacramento de la Penitencia les devuelve la vida que perdieron. A quienes caen en pecados veniales, experimentando cotidianamente su debilidad, la repetida celebra­ción de la penitencia les restaura las fuerzas, para que puedan alcanzar la plena libertad de los hijos de Dios.
 a)  Para recibir fructuosamente el remedio que nos aporta el sacramento de la Penitencia, según la disposición del Dios misericordioso, el fiel debe confesar al sacerdote todos y cada uno de los pecados graves que recuerde después de haber examinado su conciencia [36: Cf. Conc. Trid., Sessio XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 7-8: DS, 1707-1708.].
 b)  Además el uso frecuente y cuidadoso de este sacramento es también muy útil en relación con los pecados veniales. En efecto, no se trata de una mera repetición ritual ni de un cierto ejercicio psicológico, sino de un cons­tante empeño en perfeccionar la gracia del Bautismo, que hace que de tal forma nos vayamos conformando continuamente a la muerte de Cristo, que llegue a manifestarse también en nosotros la vida de Jesús [37: Cf. 2 Cor 4, 10.]. En estas confe­siones los fieles deben esforzarse principalmente para que, al acusar sus propias culpas veniales, se vayan conformando más y más a Cristo y sean cada vez más dóciles a la voz del Espíritu.
Pero para que este sacramento llegue a ser realmente fructuoso en los fieles, es necesario que arraigue en la vida entera de los cristianos y los impulse a una entrega cada vez más fiel al servicio de Dios y de los hermanos.
La celebración de este sacramento es siempre una acción en la que la Iglesia proclama su fe, da gracias a Dios por la libertad con que Cristo nos liberó [38: Cf. Gal 4, 31.] y ofrece su vida como sacrificio espiritual en alabanza de la gloria de Dios y sale al encuentro de Cristo que se acerca.
               III.  LOS OFICIOS Y MINISTERIOS EN LA RECONCILIACIÓN DE LOS PENITENTES
 Función de la comunidad en la celebración de la penitencia
 8.    Toda la Iglesia, como pueblo sacerdotal, actúa de diversas maneras al ejercer la tarea de reconciliación que le ha sido confiada por Dios. No sólo llama a la penitencia por la predicación de la Palabra de Dios, sino que también intercede por los pecadores y ayuda al penitente con atención y solicitud maternal, para que reconozca y confiese sus pecados, y así alcance la miseri­cordia de Dios, ya que sólo él puede perdonar los pecados. Pero, además, la misma Iglesia ha sido constituida instrumento de conversión y absolución del penitente por el ministerio entregado por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores [39: Cf. Mt 18, 18; Jn 20, 23.].
 El ministro del sacramento de la Penitencia
 9.     a)  La Iglesia ejerce el ministerio del sacramento de la Penitencia por los obispos y presbíteros, quienes llaman a los fieles a la conversión por la predicación de la Palabra de Dios y atestiguan e imparten a éstos el perdón de los pecados en nombre de Cristo y con la fuerza del Espíritu Santo.
Los presbíteros, en el ejercicio de este ministerio, actúan en comunión con el obispo y participan de la potestad y función de quien es el moderador de la disciplina penitencial [40: Cf. Conc. Vat. II, Const. Lumen Gentium, n. 26: AAS, 57 (1965), pp. 31-32.].
 b)  El ministro competente para el sacramento de la Penitencia es el sacerdote que, según las leyes canónicas, tiene facultad de absolver. Sin embargo, todos los sacerdotes, aunque no estén autorizados para confesar, pueden absolver válidamente y lícitamente a cualquiera de los penitentes que se encuentren en peligro de muerte.
 Sobre el ejercicio pastoral de este ministerio
 10.    a)  Para que el confesor pueda cumplir su ministerio con rectitud y fidelidad, aprenda a conocer las enfermedades de las almas y a aportarles los remedios adecuados; procure ejercitar sabiamente la función de juez y, por medio de un estudio asiduo, bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, y, sobre todo, por medio de la oración, adquiera aquella ciencia y prudencia necesarias para este ministerio. El discernimiento del espíritu es, ciertamente, un conocimiento íntimo de la acción de Dios en el corazón de los hombres, un don del Espíritu Santo y un fruto de la caridad [41: Cf. Phil 1, 9-10.].

b) El confesor muéstrese siempre dispuesto a confesar a los fieles cuando éstos lo piden razonablemente [42: Cf. S. Congr. pro Doctrina Fidei, Normae pastorales circa absolutionem sacramentalem generali modo impartiendam, 16; jun., 1972, n. 12: AAS, 64 (1972), p. 514.].
         c)  Al acoger al pecador penitente y guiarle hacia la luz de la verdad cumple su función paternal, revelando el corazón del Padre a los hombres y reproduciendo la imagen de Cristo Pastor. Recuerde, por consiguiente, que le ha sido confiado el ministerio de Cristo, que para salvar a los hombres llevó a cabo misericordiosamente la obra de la redención y con su poder está presente en los sacramentos [43:Cf. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 7: AAS, 56 (1964), pp. 100-101].

d) El confesor, sabiendo que ha conocido los secretos de la conciencia de su hermano como ministro de Dios, está obligado a guardar rigurosamente el secreto sacramental por razón de su oficio.
 El penitente
 11.    Son importantísimas las acciones con que el fiel penitente participa en el sacramento.
Cuando debidamente preparado se acerca a este saludable remedio insti­tuido por Cristo y confiesa sus pecados, sus actos forman parte del mismo sa­cramento, alcanza su plena realización con las palabras de la absolución, pronunciadas por el ministro en nombre de Cristo.
Así, el fiel, que experimenta y proclama la misericordia de Dios en su vida, celebra junto con el sacerdote la liturgia de la Iglesia, que se renueva continuamente.
         IV.  LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
 Lugar de la celebración
 12.    El sacramento de la Penitencia se administra en el lugar y en la sede que se determinan por el derecho.
 Tiempo de la celebración
 13.    La reconciliación de los penitentes puede celebrarse en cualquier tiempo y día. Sin embargo, es conveniente que los fieles conozcan el día y la hora en que está disponible el sacerdote para ejercer este ministerio. Acos­túmbrese a los fieles para que acudan a recibir el sacramento de la Penitencia fuera de la celebración de la Misa, principalmente en horas establecidas [44: Cf. S. Congr. Rituum, Instr.Eucharisticum Mysterium, 25 maii 1967, n. 35: AAS, 59 (1967), páginas 560-561.].
El tiempo de Cuaresma es el más apropiado para celebrar el sacramento de la Penitencia, pues ya en el día de la ceniza resuena una invitación solemne ante el pueblo de Dios: “Convertíos y creed la Buena Noticia”. Es conveniente, por tanto, que durante la Cuaresma se organicen con frecuencia celebraciones penitenciales para que se ofrezca a los fieles la ocasión de reconciliarse con Dios y con los hermanos y de celebrar con un corazón renovado el misterio pascual en el triduo sacro.
 Vestiduras litúrgicas
 14.    En lo que hace referencia a las vestiduras litúrgicas en la celebración de la Penitencia, obsérvense las normas establecidas por los Ordinarios del lugar.
 A. RITO PARA RECONCILIAR A UN SOLO PENITENTE
 Preparación del sacerdote y del penitente
 15.    El sacerdote y el penitente prepárense a la celebración del sacramento ante todo con la oración. El sacerdote invoque el Espíritu Santo para recibir su luz y caridad; el penitente compare su vida con el ejemplo y los manda­mientos de Cristo y pida a Dios el perdón de sus pecados.
 Acogida del penitente
 16.    El sacerdote acoja al penitente con caridad fraternal y, si es oportuno, salúdele con palabras de afecto. Después el penitente hace el signo de la cruz, diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
El sacerdote puede hacerlo al mismo tiempo. Después el sacerdote le invita con una breve fórmula a la confianza en Dios. Si el penitente es desconocido por el confesor, aquél indicará oportunamente su situación y también el tiempo de la última confesión, sus dificultades para llevar una vida cristiana y otras circunstancias cuyo conocimiento sea útil al confesor para ejercer su ministerio.
 Lectura de la Palabra de Dios
 17.    Entonces el sacerdote, o el mismo penitente, lee, si parece oportuno, un texto de la Sagrada Escritura; esta lectura puede hacerse también en la preparación del sacramento. Por la Palabra de Dios el cristiano es iluminado en el conocimiento de sus pecados y es llamado a la conversión y a la con­fianza en la misericordia de Dios.
 Confesión de los pecados y aceptación de la satisfacción
 18.    Después el penitente confiesa sus pecados, empezando, donde sea costumbre, con la fórmula de la confesión general: “Yo confieso...” El sacerdo­te, si es necesario, le ayudará a hacer una confesión íntegra, además le exhor­tará para que se arrepienta sinceramente de las ofensas cometidas contra Dios; por fin le ofrecerá oportunos consejos para empezar una nueva vida y, si fuere necesario, le instruirá acerca de los deberes de la vida cristiana.
Si el penitente hubiese sido responsable de daño o escándalo, ayúdele a tomar la decisión de repararlos convenientemente.
 Después el sacerdote impone al penitente una satisfacción que no sólo sirva de expiación de sus pecados, sino que sea también ayuda para la vida nueva y medicina para su enfermedad; procure, por tanto, que esta satisfacción esté acomodada, en la medida de lo posible, a la gravedad y naturaleza de los pecados. Dicha satisfacción es oportuno realizarla por medio de la oración, de la abnegación y, sobre todo, del servicio al prójimo y por las obras de mise­ricordia con las cuales se pone de manifiesto cómo el pecado y su perdón revisten también una dimensión social.
 Oración del penitente y absolución del sacerdote
 19.    Después el penitente manifiesta su contrición y el propósito de una vida nueva por medio de alguna fórmula de oración con la que implora el perdón de Dios Padre. Es conveniente que esta plegaria esté compuesta con palabras de la Sagrada Escritura.
El sacerdote, después que el penitente ha terminado su oración, impo­niendo sus dos manos, al menos la derecha, sobre la cabeza del penitente, dice la absolución cuya parte esencial son las palabras: YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS, EN EL NOMBRE DEL PADRE , Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. El sacerdote, mientras dice estas últimas palabras, hace la señal de la cruz sobre el penitente. La fórmula de la absolución (Cf. n. 102) significa cómo la reconciliación del penitente tiene su origen en la misericor­dia de Dios Padre; muestra el nexo entre la reconciliación del pecador y el Misterio Pascual de Cristo; subraya la intervención del Espíritu Santo en el perdón de los pecados y por último ilumina el aspecto eclesial del Sacra­mento, ya que la reconciliación con Dios se pide y se otorga por el ministerio de la Iglesia.
 Acción de gracias y despedida del penitente
 20.    Una vez recibido el perdón de los pecados, el penitente proclama la misericordia de Dios y le da gracias con una breve aclamación tomada de la Sagrada Escritura; después el sacerdote lo despide en la paz del Señor.
El penitente ha de continuar y manifestar su conversión, reformando su vida según el Evangelio de Cristo y con un amor a Dios cada vez más gene­roso porque “el amor cubre la multitud de los pecados” (1 Ped 4, 8).
 Rito breve
21.    Cuando la necesidad pastoral lo aconseje, el sacerdote puede omitir o abreviar algunas partes del rito; sin embargo, siempre ha de mantenerse íntegramente: la confesión de los pecados y la aceptación de la satisfacción, la invitación a la contrición (n. 95), la fórmula de la absolución y la fórmula de despedida. En inminente peligro de muerte, es suficiente que el sacerdote diga las palabras esenciales de la fórmula de la absolución, a saber: YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS, EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
 B. RITO PARA RECONCILIAR A VARIOS PENITENTES CON CONFESIÓN Y ABSOLUCIÓN INDIVIDUAL
 22.    Cuando se reúnen muchos penitentes a la vez para obtener la recon­ciliación sacramental, es conveniente que se preparen a la misma con la cele­bración de la palabra de Dios.
Pueden también participar en esta celebración aquellos fieles que en otro momento recibirán el sacramento.
La celebración común manifiesta más claramente la naturaleza eclesial de la penitencia. Ya que los fieles oyen juntos la palabra de Dios, la cual al proclamar la misericordia divina, les invita a la conversión; juntos, también examinan su vida a la luz de la misma palabra de Dios y se ayudan mutua­mente con la oración. Después que cada uno ha confesado sus pecados y recibido la absolución, todos a la vez alaban a Dios por las maravillas que ha realizado en favor del pueblo que adquirió para sí con la sangre de su Hijo.
Si es preciso, estén dispuestos varios sacerdotes, para que, en lugares apropiados, puedan oír y reconciliar a cada uno de los fieles.
 Ritos iniciales
 23.    Una vez reunidos los fieles, se canta, si parece oportuno, un canto adecuado. Después, el sacerdote saluda a los fieles y él mismo u otro minis­tro, los introduce, si parece oportuno, con breves palabras, en la celebración y les da las indicaciones prácticas sobre el orden que se va a seguir en la misma. A continuación invita a todos a orar, y, después de un momento de silencio, dice la oración.
 Celebración de la palabra de Dios
 24.    Es conveniente que el sacramento de la Penitencia empiece con la lectura de la Palabra. Por ella Dios nos llama a la penitencia y conduce a la verdadera conversión del corazón.
Puede elegirse una o más lecturas. Si se escogen varias, intercálese un salmo u otro canto apropiado o un espacio de silencio, para profundizar más la pa­labra de Dios y facilitar el asentimiento del corazón. Si sólo se hace una lec­tura, es conveniente que se tome del Evangelio.

Elíjanse principalmente lecturas por las cuales:
a) Dios llama a los hombres a la conversión y a una mayor semejanza con Cristo.
b) Se proponga el misterio de la reconciliación por la muerte y resurrec­ción de Cristo y también como don del Espíritu Santo.
c) Se manifieste el juicio de Dios sobre el bien y el mal en la vida de los hombres, para iluminar y examinar la conciencia.
 25.    La homilía, a partir del texto de la Escritura, ha de ayudar a los peni­tentes al examen de conciencia, a la aversión del pecado y a la conversión a Dios. Así mismo debe recordar a los fieles que el pecado es una acción con­tra Dios, contra la comunidad y el prójimo, y también contra el mismo peca­dor. Por tanto, oportunamente se pondrán en relieve:
         a) La infinita misericordia de Dios, que es mayor que todas nuestras iniquidades y por la cual siempre, una y otra vez, él nos vuelve a llamar a sí.
b) La necesidad de la penitencia interna, por la que sinceramente nos disponemos a reparar los daños del pecado.
c) El aspecto social de la gracia y del pecado, puesto que los actos indi­vidualmente repercuten de alguna manera en todo el cuerpo de la Iglesia.
d) La necesidad de nuestra satisfacción, que recibe toda su fuerza de la satisfacción de Cristo, y exige en primer lugar, además de las obras peni­tenciales, el ejercicio del verdadero amor de Dios y del prójimo.
 26.    Terminada la homilía, guárdese un tiempo suficiente de silencio para examinar la conciencia y suscitar una verdadera contrición de los pe­cados. El mismo presbítero, o un diácono u otro ministro, puede ayudar a los fieles con breves fórmulas o con una plegaria litánica, teniendo en cuenta su condición, edad, etc.
Si parece oportuno, este examen de conciencia y exhortación a la contri­ción, puede sustituir a la homilía; pero, en tal caso, se debe tomar claramente como punto de partida el texto de la Sagrada Escritura leído anteriormente.
 Rito de la reconciliación
 27.    Después, a invitación del diácono u otro ministro, todos se arrodillan o se inclinan y dicen una fórmula de confesión general (por ejemplo, “yo confieso”); a continuación, de pie, recitan si se cree oportuno una oración litánica o entonan un cántico adecuado que expresa su condición de peca­dores, la contrición del corazón, la petición del perdón y también la confianza en la misericordia de Dios. Al final se dice la oración dominical, que nunca deberá omitirse.
 28.    Dicha la oración dominical, los sacerdotes se dirigen al lugar deter­minado para oír las confesiones. Los penitentes que desean hacer la confe­sión de sus pecados, se acercan al sacerdote que han elegido, y después de aceptar la debida satisfacción, son absueltos por él con la fórmula para re­conciliar a un solo penitente.
 29.    Una vez terminadas las confesiones, los sacerdotes vuelven al pres­biterio. El que preside la celebración invita a todos a la acción de gracias, con la que los fieles proclaman la misericordia de Dios. Lo cual puede hacerse con un salmo o un himno o una plegaria litánica. Finalmente, el sacerdote concluye la celebración con una oración de alabanza a Dios por la gran cari­dad con la que nos ha amado.
 Despedida del pueblo
 30.    Acabada la acción de gracias, el sacerdote bendice a los fieles. Des­pués el diácono o el mismo sacerdote despide a la asamblea.

C. RITO PARA RECONCILIAR A MUCHOS PENITENTES CON CONFESIÓN Y ABSOLUCIÓN GENERAL
 Disciplina de la absolución general
 31.    La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este modo de con­fesión.
Sin embargo, puede suceder que se den circunstancias particulares en las que sea licito o aún conveniente impartir la absolución de un modo gene­ral a muchos penitentes, sin la previa confesión individual.
Además de los casos en los cuales existe un peligro de muerte, es lícito dar la absolución sacramental a muchos fieles simultáneamente, que se han confesado sólo de un modo genérico, pero convenientemente exhortados al arrepentimiento, cuando hay una grave necesidad; a saber, cuando, dado el número de los penitentes, no hay suficientes confesores para oír con el con­veniente sosiego (rite) las confesiones de cada uno en un tiempo razonable, de tal manera que los penitentes se ven obligados, sin culpa suya, a quedar privados por un notable tiempo (diu) de la gracia sacramental o la sagrada comunión. Esto puede ocurrir principalmente en tierras de misión, pero también en otros lugares y en reuniones de personas donde conste tal nece­sidad.
Sin embargo, si hay suficientes confesores disponibles, la absolución colectiva no puede darse por mero hecho de un gran concurso de penitentes, como podría darse, por ejemplo, en una fiesta grande o en una peregrinación [45: Congr. pro Doctrina Fidei, Normae pastorales circa absolutionem sacramentalem generali modo impartiendam, 16 maii 1972, n 3: AAS, 64 (1972), n 511].
 32.    Queda reservado al Obispo diocesano, después de haber intercam­biado su parecer con los otros miembros de la Conferencia Episcopal, juzgar si se dan las condiciones antes expuestas y, por tanto, decidir cuándo sea lícito conferir la absolución sacramental colectiva.
Además de los casos previstos por el Obispo diocesano, si surgiese alguna otra grave necesidad de impartir la absolución sacramental a muchos simul­táneamente, el sacerdote para impartir lícitamente la absolución debe recurrir previamente al Ordinario del lugar, siempre que le sea posible; si no le ha sido posible, dará cuenta cuanto antes al mismo Ordinario sobre tal necesidad y sobre la absolución otorgada [46: Ibíd., n. 5: 1 c., p 512.].
 33.    Con respecto a los fieles, para que puedan obtener el beneficio de una absolución colectiva, se requiere siempre, que estén debidamente dis­puestos, es decir, que cada cual se arrepienta de sus pecados, proponga no cometerlos, determine reparar los escándalos y daños que hubiese ocasionado, y a la vez proponga confesar individualmente a su debido tiempo los peca­dos graves, que en las presentes circunstancias no ha podido confesar. Los sacerdotes deberán instruir diligentemente a los fieles sobre estas disposi­ciones y condiciones requeridas para el valor del sacramento [47: Ibíd., nn. 6 et 11, pp. 512-514.].
 34.    Aquellos, a quien se les ha perdonado pecados graves con una abso­lución común, acudan a la confesión oral, antes de recibir otra absolución general, a no ser que una justa causa se lo impida. En todo caso están obli­gados a acudir al confesor dentro del año, a no ser que los obstaculice una imposibilidad moral. Ya que también para ellos sigue en vigor el precepto por el cual todo cristiano debe confesar a un sacerdote individualmente, al menos una vez al año, todos sus pecados, se entiende graves, que no hubiese confesado en particular [48: Ibíd., nn. 7 et 8: 1 c., pp. 512-513.].
 Rito de la absolución general
 35.    Para reconciliar a los penitentes con la confesión y absolución gene­ral en los casos prescritos por el derecho, se procede de la misma forma antes citada para la reconciliación de muchos penitentes con la confesión y absolución individual cambiando solamente lo que sigue:

 
a) Después de la homilía, o dentro de la misma, adviértase a los fieles que quieran beneficiarse de la absolución general, que se dispongan debida­mente, es decir, que cada uno se arrepienta de sus pecados, esté dispuesto a enmendarse de ellos, determine reparar los escándalos y daños que hubiese ocasionado, y al mismo tiempo proponga confesar individualmente a su de­bido tiempo los pecados graves, que en las presentes circunstancias no ha podido confesar [49: Ibíd., n. 6, p. 512.]; además propóngase una satisfacción que todos habrán de cumplir a la que, sí quisieran, podrán añadir alguna otra.
b) Después el diácono, u otro ministro o el mismo sacerdote, invita a los penitentes que desean recibir la absolución, a manifestar abiertamente mediante algún signo externo, que quieren recibir dicha absolución (v. g., inclinando la cabeza, o arrodillándose, o por medio de otro signo conforme a las normas establecidas por las Conferencias Episcopales), diciendo todos juntos la fórmula una, la confesión general (v. g., “Yo confieso”). Después puede recitarse una plegaria litánica o entonar un cántico penitencial, y todos juntos dicen o cantan la oración dominical, cómo se ha dicho antes en el n. 27.
c) Entonces el sacerdote recita la invocación por la que se pide la gracia del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, se proclama la victoria sobre el pecado por la muerte y resurrección de Cristo, y se da la absolución sacramental a los penitentes.
d) Finalmente, el sacerdote invita a la acción de gracias, como se ha dicho antes en el n. 29, y omitida la oración de conclusión, seguidamente bendice al pueblo y lo despide.
                   V.  LAS CELEBRACIONES PENITENCIALES
 Indole y estructura
 36.    Las celebraciones penitenciales son reuniones del pueblo de Dios para oír la palabra de Dios, por la cual se invita a la conversión y a la reno­vación de vida, y se proclama, además, nuestra liberación del pecado por la muerte y resurrección de Cristo. Su estructura es la que se acostumbra a observar en las celebraciones de la palabra de Dios [50: Cf. S. Congr. Rituum, Instr. Inter Oecumenici, 26 sept. 1964, nn. 37-39: AAS, 56 (1964), pp. 110-111.], y que se propone en el Rito para reconciliar a muchos penitentes.
Por tanto, es conveniente que después del rito inicial (canto, salutación y oración) se proclamen una o más lecturas -intercalando cantos o salmos o momentos de silencio- y que en la homilía se expliquen y apliquen a los fieles reunidos. No hay inconveniente en que, antes o después de las lecturas de la Escritura, se lea algún fragmento de los Padres o escritores que real­mente ayuden a la comunidad y a los individuos al verdadero conocimiento del pecado y a la verdadera contrición del corazón, es decir, a lograr la con­versión.
Después de la homilía y la meditación de la palabra de Dios, es conve­niente que la asamblea de los fieles ore formando un solo corazón y una sola voz mediante alguna plegaria litánica u otro medio apto para promover la participación de los fieles. Finalmente, se dice siempre la oración dominical para que Dios nuestro Padre, “perdone nuestras deudas, así cómo nosotros perdonamos a nuestros deudores. . . y nos libre del mal”. El sacerdote, o el ministro que preside la reunión, concluye con la oración y la despedida del pueblo.
 Utilidad e importancia
 37.    Téngase cuidado de que estas celebraciones no se confundan, en la apreciación de los fieles, con la misma celebración del sacramento de la Peni­tencia [51: Cf. S. Congr. pro Doctrina Fidei, Normae pastorales circa absolutionem sacramentalem generali modo impartiendam, 16 jun. 1972, n. 10: AAS, 64 (1972), pp. 513-514.]. Sin embargo, estas celebraciones penitenciales son muy útiles para promover la conversión y la purificación del corazón [52: Ibíd.].
Las celebraciones penitenciales son muy útiles principalmente:
- para fomentar el espíritu de penitencia en la comunidad cristiana;
- para ayudar la preparación de la confesión que después, en momento oportuno, puede hacerse en particular;
- para educar a los niños en la formación de su conciencia del pecado en la vida humana y de la liberación del pecado por Cristo;
- para ayudar a los catecúmenos a la conversión.

Además, dónde no hay sacerdote a disposición para dar la absolución sacramental, las celebraciones penitenciales son utilísimas, puesto que ayu­dan a la contrición perfecta por la caridad, por la cual los fieles pueden con­seguir la gracia de Dios con el propósito de recibir el sacramento de la peni­tencia [53: Cf. Conc. Trid., Sessio XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 4: DS, 1677.].
         VI.  ADAPTACIONES DEL RITUAL A LAS DIVERSAS  REGIONES Y CIRCUNSTANCIAS
 Adaptaciones que pueden hacer las Conferencias Episcopales
 38.    Compete a las Conferencias Episcopales, en la preparación de los Rituales particulares, acomodar este Ritual de la Penitencia a las necesidades de cada lugar, para que, aprobado por la Sede Apostólica, se pueda usar. Compete, por tanto, a las Conferencias Episcopales:
a) Establecer las normas sobre la disciplina del sacramento de la Peni­tencia, especialmente en lo que hace referencia al ministerio de los sacerdotes y a la reserva de pecados.
b) Determinar normas concretas en cuanto el lugar apto para la ordi­naria celebración del sacramento de la Penitencia y en cuanto a los signos de penitencia que han de mostrar los fieles en la absolución general (cfr. nú­mero 35).
c) Preparar las traducciones de los textos para que estén realmente adap­tados a la índole y al modo de hablar de cada pueblo, y también componer nuevos textos para las oraciones de los fieles o del ministro, conservando íntegra la fórmula sacramental.
 Facultades de los Obispos
 39.    Es propio del Obispo diocesano:
a) Moderar la disciplina de la penitencia en su diócesis [54: Cf. Conc. Vat. II, Const. Lumen Gentium, n. 26: AAS, 57 (1965), pp. 31-32.], haciendo las oportunas adaptaciones al mismo rito según las normas propuestas por la Conferencia Episcopal.
b) Determinar, después de haber intercambiado su parecer con otros miembros de la Conferencia Episcopal, cuándo sea lícito dar la absolución general en las condiciones establecidas por la Santa Sede [55: Cf. S. Congr. pro Doctrina Fidei, Normae pastorales circa absolutionem sacramentalem generali modo impartiendam, n. 5: AAS, 64 (1972), p. 512.].
 Acomodaciones que corresponden al ministro
40.    Los presbíteros, los párrocos especialmente, han de procurar:
a) En la celebración de la reconciliación, sea individual o comunitaria, adaptar el rito a las circunstancias concretas de los penitentes, conservando la estructura esencial y la fórmula íntegra de la absolución; así pueden omitir algunas partes, si es preciso por razones pastorales, o ampliar otras, selec­cionar los textos de las lecturas o de las oraciones, elegir el lugar más apro­piado para la celebración, según las normas establecidas por las Conferencias Episcopales, de modo que toda la celebración sea rica en contenido y fruc­tuosa.
b) Organizar y preparar celebraciones penitenciales algunas veces du­rante el año, principalmente en tiempo de Cuaresma, ayudados por otros -también por los laicos-, de tal manera que los textos seleccionados y el orden de la celebración sean verdaderamente adaptados a las condiciones y circunstancias de la comunidad o reunión (por ejemplo, de niños, de enfer­mos, etc.).
c) En caso de grave necesidad, no previsto por el Obispo diocesano, si es imposible recurrir a él, decidir respecto a la absolución sacramental colectiva, previa la sola confesión general; pero con la obligación de informar, cuanto antes, al mismo Ordinario sobre dicha necesidad y la absolución dada.


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 ALUMNOS DE II TEOLOGÍA... (Tercer aviso)

Acertijos test-litúrgicos:
Aunque la liturgia no es ciencia pura,
 una ecuación matemática de los nervios te cura: 3x9 

Materia científica que se respete,
su propio lenguaje le compete.


Empieza desde hoy tu examen final: en una hoja block como máximo, máximo... has de llevar respondida para el examen esta primera pregunta:
1. El estudio de liturgia del tiempo me ha servido para mi propósito vocacional para:.................. (favor argumentar con los contenidos propios de la materia y no con reflexiones piadosas o de abuelita, salidas de Eliécer Sálesman y su libritos que hacen bien a los de infancia litúrgico-espiritual) Dicha respuesta la has de llevar al examen y así ganas nota y buen tiempo.



SIGAMOS ESPERANDO NOTICIAS EN ESTE RINCÓN. EL SÁBADO 23 TENDREMOS EVALUACIÓN DEL CONTENIDO SEMESTRAL... A ESTUDIAR VINIMOS.




 
TEST GENERAL 2012.
LO QUE UN ALUMNO DEBE DE SABER AL TERMINAR LITURGIA EUCARÍSTICA UNO.

SOBRE GENERALIDADES.
1.      Repaso de los lexilit (léxico litúrgico) o glosarios que ayudan a la comprensión de la ciencia litúrgica.
2.      Según flash litúrgico 43, ¿cuáles signos cuaresmales hemos de procurar conservar para ayudar a la penitencia?
3.      Según flash 44, ¿qué pasa con la liturgia que celebran las comunidades del neocatecumenado?
4.      Resume con tus palabras el flash 46, sobre el culto a María Virgen.
5.      Según flash 47: ¿Cuál es el principal propósito de reservar hostias consagradas en el Tabernáculo?
6.      Memoriza cinco oraciones secretas exclusivas del sacerdote dentro de la celebración eucarística.
7.      Dinámica APERINAD dentro de la celebración Eucarística.
SOBRE EVOLUCIÓN HISTÓRICA.
8.      Cuatro textos sobresalientes de la comunidad apostólica sobre la Eucaristía.
9.      Dinámica celebrativa de la sinagoga, de donde brota la Liturgia de la Palabra.
10.  Cuáles son los cuatro rasgos característicos de la celebración:  primera comunidad, según San Lucas
11.  Según la Mishná, ¿cómo se dividía y celebraba la cena pascual en tiempos de Jesús?
12.  Tres aspectos importantes sobre el memorial.
13.  Rasgos característicos de la Eucaristía en San Pablo.
14.  Rasgos característicos de la Eucaristía en San Juan.
15.  ¿Cuáles son las cuatro etapas de la independización de la Eucaristía de la comida Judía?
16.  Apología I de San Justino: momento, tiempos de la celebración, narración de la celebración.
17.  Mencione otros padres y/o doc. de la Iglesia que nos hablen de la Eucaristía en los siglos I-IV.
18.  ¿Cuáles son las cuatro “acciones” de Jesús en el momento de la Institución de la Eucaristía?
19.  Diez nombres de la misa y qué evoca cada uno.
20.  ¿Por qué el Catecismo (CEC) prefiere el término de “Misa”?
21.  Realizar un sencillo esquema del desarrollo de la formación eucológica.
22.  Cómo era una misa papal entre los siglos VI-VIII.
23.  Noción general sobre las controversias eucarísticas de la edad media.
24.  ¿Qué abusos denuncia el Concilio de Trento con respecto a la celebración eucarística?
25.  ¿Qué es la transustanciación?
26.  Tres aspectos básicos tratados en el Concilio de Trento.
27.  En el Concilio Vaticano II, ¿La Charta Magna de la liturgia cómo se refiere a la Eucaristía?
28.  Las tres ediciones de la IGMR.
29.  Pregunta libre (e inteligente) con respectiva respuesta por cada alumno.
SOBRE PLEGARIA EUCARÍSTICA.
30.  Los tres antecedentes de la Plegaria Eucarística.
31.  Elenco de las 13 plegarias eucarísticas.
32.  Características del Canon Romano.
33.  Las diversas partes de la plegaria eucarística.
34.  Cuatro ideas relevantes sobre la teología de la Plegaria Eucarística.
35.  Pregunta libre, con respectiva respuesta por cada uno.

TEST GENERAL.
LO QUE UN ALUMNO  DEBE SABER AL CULMINAR LITURGIA TEMPORAL UNO.
SOBRE GENERALIDADES.
1.       Repaso de los lexilit (léxico litúrgico) o glosarios que ayudan a la comprensión de la ciencia litúrgica.
2.       Según flash litúrgico 43, ¿cuáles signos cuaresmales hemos de procurar conservar para ayudar a la penitencia?
3.       Según flash 44, ¿qué pasa con la liturgia que celebran las comunidades del neocatecumenado?
4.       Resume con tus palabras el flash 46, sobre el culto a María Vírgen.
5.       Según flash 47: ¿Cuál es el principal propósito de reservar hostias consagradas en el Tabernáculo?
SOBRE EL TIEMPO.
6.       Explique brevemente los tres (03) ítems sobre la experiencia humana del tiempo.
7.       Diferencia entre solsticio y equinoccio y su importancia en la organización religioso-cultural del tiempo.
8.       Desarrolle el tema: el tiempo en la liturgia cristiana.
9.       Mencione dos calendarios cristianos más antiguos y una característica de cada uno.
10.   Nociones generales sobre el calendario Gregoriano y el calendario Juliano.
11.   Pregunta libre elaborada y respondida por cada uno de los alumnos.
SOBRE LA LIT. HORAS.
12.   Naturaleza y desarrollo histórico de la Liturgia de las Horas.
13.   Sentido celebrativo particular o evento pascual que celebra cada una de las horas de la liturgia
14.   La tendencia de la liturgia de las horas en los días de la semana (168-169)
15.   Razones por las cuales la L.H. es oficio divino y oración bíblica.
16.   Principales características de la salmodia de las laudes (176) y la diferencia de las preces de laudes y vísperas.
17.   Relación específica de cada una de las horas intermedias con el Mist. Pascual de Cristo  y la obra de la Iglesia.
18.   Enuncia al menos siete (07) clases de salmos según el género literario o tema tratado.
19.   ¿Qué es la Laudis Canticum? y tres ideas preponderantes.
20.   Estructura general de la O.G.L.H (IGLH) que hemos leído todos.
21.   En un solo párrafo, trata concretamente sobre la teología de la Liturgia de las horas (1-33 de Institutio).
22.   Elabora un paralelo entre los elementos propios de la liturgia de la Palabra y la celebración de las vísperas.
23.   Escribe un verso del TE DEUM y ¿qué dice la IGLH 68 sobre este Himno?
24.   ¿Cuáles son los elementos que facilitan la oración de los salmos? (IGLH 110-120)
25.   Importancia de los números 133 y 201 de la IGLH.
26.   Repaso general al orden de precedencia de los días litúrgicos.
27.   ¿Cuáles son los días de precepto durante el año litúrgico?
SOBRE EL DOMINGO.
28.   ¿Por qué decimos que la semana es un tiempo subordinado al domingo? P. 41.
29.   Ideas puntuales de la teología del domingo según Adrien Nocent.
30.   Estructura general de la Carta apostólica Dies Domini.
31.   Pensando en una catequesis para adultos, deglose ideas fundamentales del cap III de Díes Domini.
32.   Tres conclusiones importantes, en una frase cada una, de la Dies Domini.
33.   Pregunta libre (e inteligente) con su respuesta. Elaborada por cada alumno.

SOBRE LA RELIGIOSIDAD POPULAR.
34.   Diferencia entre piedad popular y religiosidad popular.
35.   Las cinco causas de la religiosidad popular (p323-324)
36.   Enuncie algunas de las “deficiencias” de la religiosidad popular (p327)
37.   Los sacramentos y el culto a los santos. Análisis teológico-pastoral de la religiosidad popular.
38.   Los grandes desafíos en la acción pastoral frente a la religiosidad popular. 5 de 11. (370-378)

SOBRE LA INCULTURACIÓN.
39.   ¿Por qué es importante la cultura para el cristianismo?
40.   ¿Qué es la inculturación de la fe?
41.   Las tres etapas de la reforma litúrgica. (p400)
42.   La “Charta Magna” de la adaptación litúrgica nos presenta las norma para adaptar: ¿dónde y cuáles?
43.   Diferencia entre liturgia creativa y creatividad litúrgica (p. 413) tus criterios.
44.   Los principios de la inculturación litúrgica y explique dos de ellos.

SOBRE PASTORAL LITÚRGICA.
45.  Los expositores agregarán seis (06) preguntas de este tema. Lo que en verdad deberíamos saber. Así sería un total de 50 elementos para un estudio más preciso y preparativo para la evaluación semestral.




Evaluación parcial para alumnos de II teología. Segunda tanda en Abril 27.
Apreciado jóvenes. El ejercicio evaluativo será con 15 ítems de Falso ó Verdadero los cuales exigen  una corta argumentación de la respuesta. Además dos preguntas puntuales. Lo que más caerá en el examen es el tratado sobre liturgia de las horas.

Mucha suerte para todos. Les recuerdo que la primera pregunta serán los títulos que se le dan a Domingo en la Dies Domini.



EVALUACIÓN PARCIAL IV DE TEOLOGÍA.

1.       Tres textos bíblicos que son claves para aproximarnos al nivel de comprensión de los apóstoles al misterio eucarístico. Comenta sucintamente.

2.       Elabora un paralelo entre las partes de la cena pascual judía en tiempos de Jesús y la eucaristía actual.

3.       A qué preguntas concretas responde la fenomenología de los textos bíblicos analizados?

4.       En sólo dos párrafos elabora una catequesis para estudiantes de la universidad sobre la eucaristía en San Juan.

5.       Qué otros nombres ha recibido la Eucaristía?

6.    Breve recuento de la Temática de los últimos tres flash litúrgicos (editados en cartelera mural o en el blog de la materia)


ATENCIÓN... ALUMNOS DE IV y de III de teología: En sección TRATADOS, está ahora mismo lo que les interesa.


A todos los apreciados alumnos les deseamos un año 2012 lleno de éxitos en el Señor. Les seguimos invitando para que aprendamos juntos la exquisita ciencia de la sacra liturgia.  Nos seguiremos viendo en la clases, pero fuera de las aulas ese será el medio que nos mantenga unidos junto con la oración mutua.

A los nuevos alumnos, los del Se-MIES y a los que ingresan a nuestra casa formativa del Cristo Sacerdote... BIENVENIDOS.
Esperamos sus comentarios, preguntas en liturgiando@gmail.com.  No dejes de escribirnos y ya sabes que las sorpresas no dejan de hacer su aparición cuando se nota el interés por consultar sobre la materia y aprender.  Te esperamos.

Para los alumnos de II y III Teol les anexo el planeador-cronograma de este semestre: LITURGIA TEMPORAL I y LITURGIA SACRAMENTAL I.  (VER MÁS ABAJO) de interés para todos.














































































































UNIVERSIDAD CATÓLICA DE ORIENTE
PROGRAMADOR FACULTAD DE TEOLOGÍA
                        AREA LITÚRGICO PASTORAL.

                               ASIGNATURA:      LITURGIA TEMPORAL I                                                                     DOCENTE: FRANCISCO JAVIER TAMAYO ORTEGA. PBRO.
                               CODIGO:                                                                                                                              HORARIO:  10:20 – 12:20  A.M. (VIERNES)
NRO
SEM.
FECHA
A.D.D.
Temas Básicos
T.I.E.
Temas
Complementarios
ACTIVIDADES
SEGUIMIENTO
OBSERVACIONES






1






Feb 03

INTRODUCCIÓN

1.        Presentación e inducción al área.

2.        Conceptos básicos del área y esquema general de la materia.


Constitución Concialiar sobre el año litúrgico y su celebración en la iglesia.
La  sistematización del estudio de liturgia según el querer de la Conferencia Episcopal. Mapa general.


Presentación general en clase Magistral y participativa.

Taller: Repaso general de los fundamentos y posición ante los retos de la materia.
Propuesta de texto guía para todo el curso.

Lectura Complementaria: “EL TIEMPO EN LA LITURGIA”, Guillermo Rosas ss.cc. en Manual de liturgia II. CELAM, 2003. P 545-579.
.




2



Feb. 10

UNIDAD I: EL TIEMPO.

1.        La experiencia humana y religiosa  del tiempo.
2.        El tiempo en la biblia y en la liturgia cristiana. 

El tiempo de la oración en tiempos de Jesús.


Clase magistral
Conversatorio del tema correspondiente.
Lectura complementaria
El tiempo en la liturgia. (continuación).

Mapa conceptual





3



Feb. 17

3.        Los calendarios. El calendario de la Iglesia universal y los calendaria particularia.
UNIDAD II: LA SANTIFICACIÓN DEL TIEMPO. LA LITURGIA DE LAS HORAS.
1.        Naturaleza e historia de la liturgia de las horas.

Los ritmos de la celebración.



Sus orígenes y las raíces judías de la liturgia de las horas.

Manejo de los diversos calendarios que se llevarán a clase.





Laboratorio litúrgico: Presidencia de laudes por difuntos.
Glosario propio de la materia (Lexilit 1 ,15).
 Tema puntual para la lectura: Apéndice de la constitución conciliar sobre liturgia




4



Feb. 24

2.        Las horas del oficio divino y sus  elementos.

Oficio como celebración.
Las lecturas patrísticas y hagiográficas.



Conocimiento y manejo de los diversos cuadros organizativos del texto guía.  





Lectura complementaria:
Julián López: “Los salmos y los cánticos” en La liturgia de la Iglesia. BAC 6. 313-



5

Mar. 02
3.        La constitución Laudis Canticum y la Institutio Generalis.

Importancia de las horas u oficio.
La santificación del día.
Clase magistral que se complementará con trabajo por grupos: esquema del documento en estudio.

LECTURA: Documentos preliminares de la liturgia de las horas..



6


Mar. 09


4.        La institutio Generalis liturgiae horarum.

Los salmos y su espiritualidad.
Los textos más relevantes y las diversas celebraciones a lo largo del año.



Compartir experiencias con respecto al texto leído.


Conversatorio y comentarios a los textos. Ejercicio de homilética sacramental.


7
Mar. 16

                Examen Parcial
Evaluar el desempeño académico durante el curso.
Repasar y examinar las competencias adquiridas en el trascurso de la asignatura.



8

Mar. 23
       UNIDAD III: EL DOMINGO.

1.        Dies Domini.
Origen apostólico del Domingo.
Originalidad cristiana del domingo.
Los nombres del domingo

Clase magistral

Lectura: Juan Pablo II. Dies Domini.



9

Mar 30
Abril 6,13

2.        Práctica litúrgica. Experiencia de Semana Santa.





10

Abril 20

3.        Dies Domini (segunda parte)

La celebración del domingo.
Documental: El día para las religiones.


Glosario propio de la materia (lexilit 2,15)




11

Abril 27

UNIDAD IV: LA LITURGIA EN LA VIDA DE LA IGLESIA.

1.        La religiosidad popular.


Características de la religiosidad popular.
Criterios teológicos.
Análisis teológico-pastoral.

Exposición por parte de dos alumnos y taller sobre el tema.

Lectura: Alberto Beckhauser, OFM: “Expresiones celebrativas de la piedad popular”, en Manual CELAM, p 319-370


12
Mayo 04


2.        Liturgia e inculturación
Inculturación de la fe.
Inculturación de la liturgia

Exposición por parte de dos alumnos y taller sobre el tema.





13

Mayo 11



3.        Pastoral litúrgica.

En el conjunto de la pastoral de la Iglesia.
La pastoral litúrgica como acción organizada.

Mesa redonda y exposición de conclusiones..
Acercamiento al tema en el Texto guía:Jacques Trudel, SJ. En: Manual de liturgia IV. CELAM.



14


Mayo 28

4.        Comunicación y liturgia.

La comunicación en la liturgia.
Códigos en la celebración litúrgica.
Claves y características del lenguaje litúrgico.

Laboratorio Litúrgico: Claves de expresión en la liturgia: signos y símbolos.


Crítica al ejercicio, valoración del laboratorio.


15

Mayo 25
5.        El derecho litúrgico.
Naturaleza del derecho litúrgico.
Instrumentos de la jurídica litúrgica.
La autoridad en la liturgia.


Exposición por parte de dos alumnos y taller sobre el tema.


Realización de esquema básico del capítulo correspondiente.


16

Junio 01
6.        La liturgia, fuente de la espiritualidad cristiana.
Historia de la espiritualidad litúrgica.
Características de la espiritualidad litúrgica.

Exposición por parte de dos alumnos y taller sobre el tema.

LECTURA: Víctor Sánchez: “La liturgia, fuente de la espiritualidad cristiana”. En texto guía, CELAM IV.


17

Junio 08

Semana de ajustes académicos         
Repaso general.  

Elaboración de test preparatorios.

18
Junio 15


Exámenes finales
Evaluar el desempeño académico durante el curso.




BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
ALDAZÁBAL, José. Vocabulario básico de liturgia. (Biblioteca litúrgica CPL 03) Barcelona 32002.
CELAM. La celebración del misterio pascual (manual litúrgico IV:Expresiones celebrativas y liturgia en la Iglesia. Bogotá  2002.
LÓPEZ Julián. La liturgia de la Iglesia. (Sapientia Fidei. Manuales 6) BAC, Madrid 62005.
PARDO, Andrés. Documentación litúrgica. (Enchiridium) De s. Pío X (1903) a Benedicto XVI. Monte Carmelo, Burgos 2006.
BAZURKO Xavier. Historia de la Liturgia (Biblioteca Litúrgica CPL 28) Barcelona 2006.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
ALDAZÁBAL, José.  Gestos y símbolos. (dossiers CPL 40) Barcelona 72003.
AUGÉ Matías. Liturgia: Historia, celebración, teología y espiritualidad.  (Biblioteca Litúrgica CPL 4) Barcelona 22007.
AA.VV. Anámnesis, Introduzione Storico teologica alla liturgia, en 8 Vols. Profesores del Instituto litúrgico de San Anselmo. Roma. Vol II La Liturgia, panorama
           storico generale, Marietti, Génova, 1992.
BERNAL, José M.; BELLAVISTA, Joan; y otros. Al filo del año litúrgico. El misterio de Cristo en el tiempo “per annum”. (Cuad. Phase CPL 121) Barcelona 2002.
BOROBIO, Dionisio. La celebración en la Iglesia. Tomo III: Ritmos y tiempos de la celebración. Sígueme, Salamanca  32000.
CASTELLANO, Jesús. El año litúrgico. Memorial de Cristo y mistagogía e la Iglesia. (Biblioteca Litúrgica CPL 01) Barcelona 2005.
_____________  La liturgia de las horas. Teología y espiritualidad. (Biblioteca Litúrgica CPL 19) Barcelona 2003.
CONCILIO VATICANO II. Constitución Sacrosanctum Concilium.
CPL. Dossier 36. Liturgia de las horas. Veinte siglos de historia. Barcelona 31999.
HORTAL, Jesús. Los sacramentos de la iglesia en su dimensión canónico-pastoral. San Pablo, Bogotá 1994.
GARRIDO BONAÑO, Manuel. Curso de liturgia romana. BAC 202 Madrid 1961
MARTIMORT A.G. La Iglesia en oración. Introducción a la liturgia. Herder, Barcelona, 1967. (hay tres ediciones, esta es la segunda)

BIBLIOGRAFÍA ELECTRÓNICA: páginas de Consulta




UNIVERSIDAD CATÓLICA DE ORIENTE
PROGRAMADOR FACULTAD DE TEOLOGÍA
                        AREA LITÚRGICO PASTORAL.

                               ASIGNATURA:      LITURGIA SACRAMENTAL I                                                                             DOCENTE: FRANCISCO JAVIER TAMAYO ORTEGA. PBRO.
                               CODIGO:                                                                                                                             HORARIO:  8:00 -10:00 A.M. (MARTES)
NRO
SEM.
FECHA
A.D.D.
Temas Básicos
T.I.E.
Temas
Complementarios
ACTIVIDADES
SEGUIMIENTO
OBSERVACIONES






1






Feb 07

INTRODUCCIÓN

1.        Presentación e inducción al área.

2.        Conceptos básicos del área y esquema general de la materia.


Los principios de la constitución Concialiar sobre la vida sacramental de la Iglesia
La  sistematización del estudio de liturgia según el querer de la Conferencia Episcopal. Mapa general.


Presentación general en clase Magistral y participativa.

Taller: Repaso general de los fundamentos y posición ante los retos de la materia.
Propuesta de texto guía para todo el curso.

lectura: Los Sacramentales. Alfredo Puuilly, en Manual de Liturgia. CELAM IV. 271-301.

.




2



Feb. 14

UNIDAD I:

1.        Los sacramentales

Historia, teología y clasificación de los sacramentales.
La doctrina sobre los sacramentales en CEC, SC y CIC.

Clase magistral
Conversatorio del tema correspondiente.
Lectura complementaria Folias sobre los sacramentales y su división.

Mapa conceptual





3



Feb. 21

2.        Los rituales correspondientes a cada uno de los sacramentales.


Los sacramentales mayores y menores. Importancia y fidelidad al ritus servandus en los rituales.
Manejo de los diversos rituales que se llevarán a clase.

Laboratorio litúrgico: bendiciones y exequias.
Glosario propio de la materia (Lexilit 1 ,15)
 Temas puntuales: exequias en Manual IV. 



4


Feb. 28

3.        Sacramentales constitutivos en relación con las cosas. .

La dedicación de la iglesia y del altar. Importancia y fidelidad al ritus servandus en los rituales.
Manejo de los diversos rituales que se llevarán a clase.

Video: La consagración del templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Nov. De 2010.
Lectura complementaria:

El altar. Pedro Farnés Scherer,  en Construir y adaptar las iglesias. Barcelona, 1989.(opcional)


5

Mar. 6
UNIDAD II:
1.        La iniciación cristiana.
Desarrollo histórico y la iniciación cristiana de adultos..

Clase magistral que se complementará con trabajo por grupos: esquema del rito.


Iniciación Cristiana. Manual de liturgia III: Celam.



6


Mar. 13


2.        Los sacramentos de la iniciación cristiana.

Los textos cuaresmales y los escrutinios.



Compartir experiencias misioneras con respecto al sacramento.


Conversatorio y comentarios a los textos. Ejercicio de homilética sacramental.


7
Mar. 20

                Examen Parcial
Evaluar el desempeño académico durante el curso.
Repasar y examinar las competencias adquiridas en el trascurso de la asignatura.



8

Mar. 27
       UNIDAD III:

Los sacramentos.
1.        El bautismo.
Historia del sacramento y el contexto de su celebración.

Clase magistral

Documental:

Lectura:
El Bautismo. Héctor Muñoz, O.P. Manual de liturgia III. Celam.


9

Abril 03

Semana Santa y Octava pascual
.




10

Abril 17

2.        El bautismo y su ordo


El ritus servandus del sacramento

Taller sobre la temática: el manejo del ritual y el sentido de sus ritos.


Glosario propio de la materia (lexilit 2,15)



11

Abril 24
3.        La confirmación.

La confirmación en la Historia de la salvación.
Los signos del Espíritu


Orientación y Seguimiento del texto por grupos.

Auto-test evaluativo.


12

Mayo 01

4.        La confirmación y su ritual

Consagración del crisma
La celebración del sacramento
Clase magistral y luego un conversatorio.
Lectura: Constitución “Divinae Consortium Naturae” y las praenotandas del ritual.



13

Mayo 08



5.        La Eucaristía.

Aspectos teológicos de su celebración

Clase magistral y conversatorio correspondiente.
Lectura: Sacramentum Caritatis.



14


Mayo 15

6.        La comunión fuera de la misa

Desarrollo histórico de la comunión de los cristianos.


Mesa redonda y exposición de conclusiones

Acercamiento al tema en el Texto guía: Carlos Abad en Manual de liturgia III. CELAM


15

Mayo 22
7.        El culto a la Eucaristía fuera de la misa
Segumiento del ordo y las praenotandas

Laboratorio: Ejercicio de una exposición y/o  un congreso litúrgico.


Crítica al ejercicio, valoración del laboratorio.



16

Mayo 29

Retiros Espirituales.



.
.


17

Junio 05

Ajustes académicos y realización de    cuestionarios.      
Repaso general de los contenidos.  



18
Junio 12-23.


Exámenes finales
Evaluar el desempeño académico durante el curso




BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
ALDAZÁBAL, José. Vocabulario básico de liturgia. (Biblioteca litúrgica CPL 03) Barcelona 32002.
CELAM. La celebración del misterio pascual (manual litúrgico III: Los sacramentos: signos del misterio pascual. Bogotá 22005.
LÓPEZ Julián. La liturgia de la Iglesia. (Sapientia Fidei. Manuales 6) BAC, Madrid 62005.
PARDO, Andrés. Documentación litúrgica. (Enchiridium) De s. Pío X (1903) a Benedicto XVI. Monte Carmelo, Burgos 2006.
ROVIRA BELLOSO, Josep M. Los sacramentos, símbolos del Espíritu. (Biblioteca Litúrgica CPL 15) Barcelona 2001.
SMOLARSKI, Denis C. Los Sacramentos. (Dossier CPL 78) Barcelona 1998.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
ALDAZÁBAL, José.  Gestos y símbolos. (dossiers CPL 40) Barcelona 72003.
AUGÉ Matías. Liturgia: Historia, celebración, teología y espiritualidad.  (Biblioteca Litúrgica CPL 4) Barcelona 22007.
AA.VV. Anámnesis, Introduzione Storico teologica alla liturgia, en 8 Vols. Profesores del Instituto litúrgico de San Anselmo. Roma. Vol II La Liturgia, panorama
           storico generale, Marietti, Génova, 1992.
BAZURKO Xavier. Historia de la Liturgia (Biblioteca Litúrgica CPL 28) Barcelona 2006.
CONCILIO VATICANO II. Constitución Sacrosanctum Concilium.
HORTAL, Jesús. Los sacramentos de la iglesia en su dimensión canónico-pastoral. San Pablo, Bogotá 1994.
GARRIDO BONAÑO, Manuel. Curso de liturgia romana. BAC 202 Madrid 1961
MARTIMORT A.G. La Iglesia en oración. Introducción a la liturgia. Herder, Barcelona, 1967. (hay tres ediciones, esta es la segunda)

BIBLIOGRAFÍA ELECTRÓNICA: páginas de Consulta