Hasta el año 2002, la respuesta a esta pregunta sería claramente:
"no". Pero ahora puede haber motivos de duda y sería bueno razonar
sobre la conveniencia o no de cubrir las imágenes de las iglesias en las dos
últimas semanas de la Cuaresma.
Uno de los grandes impactos visuales asociados con la Cuaresma,
prescrito por el Misal tridentino, era la práctica de cubrir con un paño las
cruces e imágenes de la iglesia en las dos últimas semanas de Cuaresma, desde
el domingo quinto de Cuaresma hasta el canto del "Gloria" en la
Vigilia Pascual. Esta práctica era una de las maneras de señalar que las dos
semanas antes del domingo de Pascua eran un tiempo especial, llamado “tiempo de
Pasión”.
La revisión del calendario litúrgico, en 1969, suprimió este período
de “tiempo de Pasión”, omitiendo toda referencia a él. Además, esta revisión
restableció la importancia del Triduo Pascual, que el Misal tridentino no
mencionaba, que empieza con la misa de la Cena del Señor el Jueves Santo y
termina en la tarde del domingo de Pascua. También restauró el especial ayuno
pascual del Viernes y Sábado Santos. Además, determinó que la Cuaresma termina
cuando va a dar inicio a la misa vespertina del Jueves Santo.
La Cuaresma es vista ahora como
un tiempo unitario que prepara la celebración de los misterios de nuestra
redención durante el Triduo Pascual. Por tanto, las costumbres antiguas
asociadas al Misal tridentino que dan importancia a las dos últimas semanas de
la Cuaresma e ignoran la distinción entre Cuaresma y Triduo Pascual, no están
en línea con la liturgia renovada y con nuestra comprensión actual de cómo hay
quE preparar y celebrar la Pascual.
El Misal de Pablo VI
ha
suprimido en la práctica esta práctica antigua. Pero por respeto a países que
pueden tener un apego especial a esta costumbre, la tercera edición del Misal
ha permitido a las Conferencias nacionales de Obispos que puedan decidir si
esta práctica del Misal tridentino podría continuar en sus países. Esta opción
tienen que tomarla los Obispos con una votación formal, como lo han hecho en
relación a la comunión en la mano o a la comunión bajo las dos especies todos
los domingos y festivos. Un Obispo en particular, y mucho menos un párroco o
capellán, no pueden tomar esta decisión. (Cf. SC 22,3: Regla de oro)
Por tanto, decidir la vuelta a la velación de las imágenes al final de
la Cuaresma no estaba permitido hasta 2002. Es bueno reflexionar sobre el
sentido de estas normas. El Misal y los Rituales renovados han simplificado
muchas prácticas que se encontraban en los libros litúrgicos anteriores. Por
ejemplo, ya no se pone sal en la lengua de los bautizados. El domingo de
Ramos ya no hace falta que el sacerdote vaya repartiendo a cada uno las palmas
bendecidas: el nuevo Misal dice que las tengan ya cada uno en su mano. Parecida
simplificación se ve en la eliminación de la velación de cruces e imágenes en
el Misal de Pablo VI.
Aunque era un momento muy dramático de la Vigilia Pascual cuando
durante el "Gloria", se descubrían las cruces e imágenes, también
resultaba a veces un momento de distracción y humor cuando un velo se
enganchaba y no se descubría como era de desear. Además, en las iglesias
grandes hacía falta un pequeño ejército de ayudantes que fueran por toda la
iglesia desvelando imágenes, además de encender las velas y sacar las flores.
(Continuará en próximo flash......)
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