SALIR CON LA MISA A CUESTAS

RECORDANDO UN FLASH MARIANO

¿PELIGRA EL CULTO A LA VIRGENCITA?

LITURGIA DEL DÍA

Lecturas diarias

domingo, 13 de octubre de 2013

FLASH LITURGICO: ¿Quién pronuncia la doxología?

FLASH LITURGICO:
¿Quién pronuncia la doxología?

Afortunadamente, parece que de unos años para acá, se ha asumido que los concelebran­tes deben recitar en voz baja los textos de la plegaria eucarística que dicen simultáneamente, «para que se pueda oír clara­mente la voz del celebrante prin­cipal» (IGMR 218).

Ahora bien, en cuanto el presi­dente de la celebración empieza el Per ipsum, en muchas ocasio­nes parece que a todos los con­celebrantes les hayan dado a la tecla del volumen, y recitan o cantan la doxología como si les fuera en ello la vida.

¿Es así como hay que proceder? Pues, francamente, no. La Institutio del Misal, en el número 236 lo dice clarito, clarito: «La doxología final de la plegaria eucarística la pronuncia solamente el sacerdote principal y, si parece bien, jun­tamente con los demás concele­brantes, pero no los fieles».

O sea que el documento privi­legia que este texto tan solemne sea pronunciado sólo por el que preside; y simplemente concede que lo pronuncien los demás concelebrantes, si parece bien; es decir, como haciendo una con­cesión circunstancial, y siempre recordando lo que prescribe el número que citábamos primero: «Los textos que dicen simultá­neamente todos los concelebran­tes... los recitan... en voz baja». De esta forma se destaca mucho mejor, en significación mistérica, que uno solo es el que preside nuestra liturgia, el Cristo Señor.

Si queremos, pues, que nuestra liturgia sea expresiva, y que la participación activa sea a la vez consciente, a veces habrá que pro­nunciar en voz alta y bien clara, y otras -como es el caso- será mejor callar y subrayar con nuestro silencio la palabra pronunciada con plenitud de sentido.

A discernir cuándo conviene una cosa o la otra nos ayuda, no poco, los libros litúrgicos. ¡Que para eso están!.


                                                          Espera el próximo… ¡es una nota!


FLASH LITURGICO ¿Dejar al sacerdote con la palabra en la boca?



Este fotógrafo de la realidad quien gusta de elaborar estos flash, ha observado, no pocas veces, que el ministro que sostiene el libro ante el sacerdote durante la acción litúrgica se retira sin esperar que éste acabe la oración, es decir, justo cuando empieza la conclusión Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo..., cosa que significa, ni más ni menos, que el acólito en cuestión se retira, dejando al sacerdote con la pala­bra en la boca.

A veces, la misma actitud del sacerdote alienta esta decisión, ya que al empezar la citada conclusión, como ya la sabe de memoria, aparta los ojos del libro (¡craso error!), lo cual es inter­pretado por el ministro como una invitación a marcharse con la música (léase misal o ritual) a otra parte.

¿Es correcta esta forma de pro­ceder? No. El ministro del libro no debe nunca retirarse antes de que el sacerdote haya acabado totalmente; es decir, se marchará a su lugar después que el obispo o el presbítero hayan pronunciado toda la oración (que incluye su conclusión). Sólo entonces, al escuchar el amén de la asamblea, podrá retirarse.

No es elegante ni educado dejar a alguien con la palabra en la boca, y mucho menos si este "alguien" es quien preside in persona Christi capitis la sagrada liturgia. ¡Vamos, digo yo! Pues esta normatividad no aparece en ningún reglamentario… pero a veces el sentido común de seminaristas interesados en la liturgia aparece como regla.

Ah… estoy cumpliendo en que estos “flash” sean más cortos.

                                                  No te pierdas el flash # 10… ¡Es una nota!