FLASH LITÚRGICO
QUINCENAL
¿TENEMOS EN LAS CELEBRACIONES UN COMITÉ
PRESIDENCIAL?
Hace no muchos días visitando una parroquia “moderna” de nuestra querida diócesis me encontré que la distribución del mobiliario del presbiterio estaba pensado para una misa tridentina de hace 80 años… (con todo respeto) pero siempre me dio la impresión de que las notas del Concilio Vaticano II no han entrado aún a estos sitios remodelados por sacerdotes nuevos pero de la vieja guardia con respecto a la Sede presidencial.
Me explico. Los asientos de antes
del Vaticano II eran una concesión a la debilidad humana. Un triple
sentadero-descansadero para el sacerdote, el diácono y el subdiácono u otros
dos servidores acólitos mientras pasaba el canto del Gloria o del Credo o
mientras se escuchaba al predicador traído para las fiestas mayores. Así las cosas, la Sede no era un lugar para
la acción litúrgica pues ésta sucedía casi toda en el Altar.
Pero sucedió que el Misal de
Pablo VI volvió a establecer la sede presidencial como lugar desde el que
normalmente el sacerdote que preside dirige ciertas partes de la celebración.
Palabras más, palabras menos: se rescató el carácter simbólico de la sede y el
papel del sacerdote que la usa. Por ello hay que poner cuidado para que no se
oscurezca inadvertidamente el alto poder de este símbolo litúrgico.
Para que no nos equivoquemos,
vamos a la Tertia Editio de la Institutio Generalis que dice: “El asiento del
diácono se sitúa cerca de la sede del celebrante” (310). Pero cuando se refiere
a los acólitos y otros ayudantes, dice que sus asientos deben estar en el
presbiterio, (188) y ser distintos de los del clero, y “desde los que puedan
ejercer fácilmente su ministerio (189.310). Orientaciones parecidas
encontraremos en el Ceremonial de los Obispos.
Por lo tanto, teniendo en cuenta
el carácter simbólico y pedagógico de la Sacra liturgia hemos de resaltar con
la distribución de muebles que: Sólo hay un presidente de la comunidad, que
ayuda a estar guiando su oración; además que es asistido por el diácono y que
por la función coordinada que tienen estas dos personas, se sientan
apropiadamente en asientos especiales y visibles a todos.
En lo que respecta a otras
personas (acólitos, lectores, ministros de la comunión, y mucho más aún…los
monaguillos) se sigue que estos otros ministros deberían tener sus asientos
aparte de la sede presidencial, de modo que puedan moverse con facilidad y
discreción para realizar sus varios ministerios en torno a la sede, el ambón o
el altar.
Así las cosas, me estarás
preguntando, apreciado lector, por el puesto de los padres concelebrantes. Pues
bien, aunque los antiguos documentos sugerían que éstos se sentaban rodeando al
obispo presidente, hoy en día esta disposición podría dar una imagen confusa al
pueblo de Dios puesto que cuando los concelebrantes tienen sus asientos en una
sola línea, todos mirando a la comunidad y llevan las mismas vestiduras
sagradas, uno recibe la imagen de un comité que guía la celebración más que la
presidencia de uno solo acompañado por otros sacerdotes. He ahí la importancia de una sede destacada y
bien entendida por los padrecitos “remodeladores de templos” ó “distribuidores
de los ministros”
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