FLASH LITURGICO QUINCENAL
¿Un ministro para las hojas del misal?
No es difícil
observar, especialmente en liturgias
presididas por un obispo, que un ministro -suele ser un diácono- se acerque
al altar para llevar a término la
dificilísima misión de pasar página del
misal. Es decir, algo
que debería pasar inadvertido, ya
que no tiene contenido sacramental ninguno,
sino sólo práctico,
se convierte en un momento casi solemne:
el diácono en
cuestión, ojo avizor, está atento a la línea que la pupila episcopal va
leyendo, para acercarse ni antes ni después, y poder así, en puntual gesto,
introducir su alargado brazo hasta tocar el misal y habitualmente apartando al
«concelebrante-chicle» (dícese del que está pegado como tal al presidente)
con un suave y fraterno empujoncito-, cumplir la ímproba misión de girar la
hoja del misal.
Así pues, quien
participa en la misa, tiene motivos de distracción bien definidos en todo este
movimiento, el cual se repite tantas veces como sea necesario. Y el fiel que
ve todo esto se pregunta ingenuamente: ¿tendrá artrosis aguda en los dedos el
señor obispo o este padrecito que le impida dar la vuelta a una hoja de papel?
O sea que la preocupación por la salud del prelado surge inmediata ante esta
escena. Y decimos prelado, pero a veces no hace falta serlo para que se pueda
observar lo descrito, sino simple presbítero, aún el formador de seminario.
Pero, ¿qué dicen al
respecto los libros litúrgicos? Pues bien poca cosa, como es normal, tratándose
de algo tan nimio. En la Institutio
del misal leemos esta breve indicación en el n. 179: «Durante la Plegaria
eucarística, el diácono está en pie junto al sacerdote, un poco retirado detrás
de él, para ayudar cuando haga falta en el cáliz o en el misal». Algo parecido
leemos en el n. 215, en el apartado de la misa concelebrada: «El diácono desempeña su oficio cerca del
altar en los momentos de ayudar, si es necesario, con el cáliz y el misal».
En este mismo sentido se había expresado ya el Ceremonial de los Obispos, en el
n. 153.
O sea que, los
textos citados nos hablan de un diácono que está junto al sacerdote -sea obispo
o no- para ayudar cuando haga falta, o también, si es necesario, en el cáliz o
en el misal. Se trata, pues, de servir cuando realmente se precise. Y por lo
que respecta al misal, este momento necesario puede ser cuando haya que
encontrar un texto específico, que es posible que el presidente en ese momento
no tenga localizado (aunque también tiene tela que un obispo o un presbítero
no sepan manejar con soltura el misal), pero realmente no parece que la Institutio se refiera al simple pasar
hoja como una ayuda necesaria.
Alguno podrá
objetar que, haciéndolo así, se evita que el sacerdote tenga que bajar los
brazos en la oración, a lo que respondemos que la naturalidad del rito
litúrgico incluye también estos gestos necesarios, y que bajar los brazos
alguna vez es, incluso, un alivio para el orante, y no supone más interrupción
que el movimiento de una persona al lado del sacerdote pasando páginas.
Mensaje, pues, para
los solícitos diáconos de nuestra comunidad y los celosos "ceremonieros"
de turno: ninguna rúbrica obliga a pasar las hojas, sino que puede hacerlo
tranquilamente quien tiene el misal delante y está presidiendo; es lo más
normal del mundo.
¡Que un presbiterio
no es el salón de té de la tarde en casa de una distinguida señora sonsoneña!.
1 comentarios:
MUY INTERESANTE EL FLASH, PUES EN MÁS DE UNA OCASIÓN, HEMOS CRITICADO A NUESTROS POBRES DIÁCONOS EN EL SEMINARIO, TACHÁNDOLOS DE "DORMIDOS" POR NO PASAR LAS HOJAS DEL DICHOSO MISAL. AQUÍ NOS DAMOS CUENTA PUES QUE NO ES UNA FUNCIÓN NECESARIA DEL DIÁCONO Y QUE QUIEN ESTÁ PRESIDIENDO LO PUEDE HACER SIN NINGÚN PROBLEMA. BUEN FLASH QUE NOS ENSEÑA A VER LO QUE REALMENTE ES LITÚRGICO Y LO QUE NO... SEGUIMOS UNIDOS EN LA ORACIÓN PADRE Y MUCHAS BENDICIONES EN SU MISIÓN EN MICHIGAN. GOOD EVENING.
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